Arrancar la sonrisa de un niño es una de las mayores satisfacciones de la vida. Julio Mahíllo Gómez lo consigue contando cuentos a los más pequeños. A sus 46 años, este vecino de Santibáñez el Bajo, natural de Ahigal, asegura que conseguir la sonrisa de un niño es muy difícil "pero fácil de mantener".

Julio, de mote paleto y pajita , siempre ha organizado actividades y fiestas para los niños. Ahora este agricultor y camarero ha hallado la fórmula para incentivar a los niños y que estos tengan interés por la lectura.

Desde hace cuatro años, escribe cuentos infantiles que luego narra a su público en las visitas que periódicamente realiza a los colegios del norte de Cáceres. Cuenta la historia de El petirrojo mudo , Mayo, el mes de todas las madres o La Gambusia . Su próximo proyecto es Luna la anguila que subvencionará íntegramente la Mancomunidad de Trasierra Tierras de Granadilla.

Desde su nacimiento, un 23 de abril de 1959, el destino le tenía preparada una sorpresa. El hecho de haber nacido en una fecha en la que se conmemora el día del libro significa que desde hace cuatro años pueda celebrar el día de su cumpleaños rodeado de sus más fieles seguidores: los niños. "Les digo que yo siendo burrito y sin ir al colegio escribo cuentos, lo que podría hacer sí fuera el más listo..."

Julio ha recorrido centros escolares de una veintena de localidades y ha repartido cientos de libros. Cuando llega a cada colegio se monta una gran fiesta, porque aparte de recibir un ejemplar escrito por este singular cuentista (en el mejor sentido de la palabra), cada pequeño se lleva también un pequeño obsequio y una bolsa de golosinas.

El escritor cuenta con la colaboración de firmas multinacionales que le envían obsequios que él reparte por los centros educativos: huevos de chocolate, bolis, calculadoras... Este escritor de literatura infantil narra historias sencillas, "elimino todas las palabras que haya que buscar en el diccionario". Aparte del cuento, los libros de Mahíllo van acompañados de viñetas e ilustraciones que él mismo elabora. "Dibujo todas las noches en la cama y mi mujer, aunque a veces me regaña, me dice que con esto no le hago daño a nadie".

Julio es agricultor y tiene olivos, además ayuda a su mujer Luisa en el bar que tienen en la plaza de Santibáñez el Bajo. "Me encantaría dedicarme sólo a esto", expresa el escritor con gran emoción. "Un día un niño se empeñó en aprender a leer para contarme a mí un cuento y este niño, que era muy pequeño, aprendió a leer y fue el único de se clase que terminó el curso sabiendo leer".