THtace pocos días ha aparecido una magdalena cuya forma es idéntica al rostro de Susan Boyle , esa señora poco atractiva y con una estupenda voz que se ha hecho famosa por participar en un programa de televisión dedicado a descubrir nuevos talentos. Yo al que llevaría al programa sería al tipo que ha encontrado el rostro de la británica en la magdalena. Y le llevaría para entrevistarle, para que nos desvele las claves que permiten ver ese tipo de cosas en un bizcochito. Ultimamente son muchos los visionarios. Los hay que han descubierto vírgenes en bocadillos mohosos o caras de Cristo en un Kit-Kat. Dicen que es fácil encontrar en cualquier cosa lo que se busca con insistencia. Pero la verdad, yo lo veo más complicado. Soy de los que dudan cuando Pablo Motos pregunta si es culo o codo, cuando lo que realmente se ve en la foto es sólo una rajita. Es como el debate sobre la foto publicada en la prensa y en la que se veían también culos, los de la princesa Letizia y la esposa del presidente francés, Carla Bruni . Si uno se fija bien en la imagen se da cuenta de que lo que se aprecia son dos mujeres de espalda, sí, con sus respectivos culos. Pero no, todo parece ir más allá. Es como el cuento de Andersen sobre el traje del emperador. Todo el mundo ve muchas cosas donde sólo hay culos. Quiero decir, que nos perdemos, que lo que nos debería preocupar es si en un encuentro entre presidentes de gobierno lo más relevante son dos culos y no obsesionarnos en hacer interpretaciones sobre esos traseros, que en el fondo sólo son culos. A mí, después de todo este culo o codo que se ha montado, lo que me ha quedado claro es que el trasero de las princesas es como las apariciones en las magdalenas, cada uno ve lo que quiere ver.