Los colegios de enfermeros, unos 240.000 profesionales, presentaron ayer su informe sobre el caso del bebé Rayán, quien murió después de que una enfermera le administrase de forma errónea un preparado lácteo por vía venosa. Aunque admite la responsabilidad de esta trabajadora, el documento culpa al gerente del hospital madrileño Gregorio Marañón, Antonio Barba, del deceso del bebé, ya que la enfermera no reunía las características para trabajar en una unidad de neonatología, donde solo pueden atender quienes tengan experiencia en este campo.

El gerente Barba, por su parte, respondió que no entendía las acusaciones que realiza el Consejo General de Enfermería a través de su informe. El hospital, en su opinión, "cumple la normativa de manera exquisita".