THtay que fastidiarse con la cultura del ocio. Para empezar ya me molesta lo del término cultura aplicado a cualquier cosa. Existe una cultura del vino como una cultura de la alcachofa o el algarrobo, el caso es conferir dignidad a lo que se está tratando, igual que los hombres del tiempo llaman climatología al clima, por aquello de que las palabras largas parecen más importantes, o eso creen ellos. En fin, que estamos en verano y está prohibido aburrirse ¿Se acuerdan? El aburrimiento era eso que sentíamos cuando nos obligaban a estar en silencio durante dos horas para que los mayores durmieran la siesta, y la pura inactividad nos llevaba a comenzar a leer, por ejemplo. O a pintar, o a hacer figuras de escayola, lo que fuera. Aburrirnos nos volvía inventores de pasatiempos creativos. Ahora está prohibido dejar pasar las horas, es más, por imperativo legal hay que llenar el ocio como sea. Nada de mañanas bajo el agua de ríos y piscinas, tardes con libro de aventuras en la mano y noches espesas de agosto tomando algo y hablando con los amigos. O sea, eso tan hermoso de enhebrar con calma los días. Nada de eso. Hay que ocupar el tiempo libre y además tienen que organizarlo las autoridades. Y así tenemos talleres de lo que sea por la mañana y por la tarde, y fiestas continuas, sin tradición incluida. Que nunca se ha celebrado el dos de agosto, pues ahora se celebra, por dinero público que no quede. Y los niños, pobres, no pueden estar un momento sin actividades programadas, como en el curso, no vaya a ser que entre una cosa y otra, se aburran, empiecen a leer y les dé por pensar, y entonces, ya la tenemos liada.