La Cumbre del Clima de Montreal afronta la recta final con un intento de salvar las fuertes diferencias que hasta ahora han bloqueado cualquier tipo de acuerdo. Su presidente, el ministro de Medio Ambiente canadiense, Stéphane Dion, lanzó ayer una propuesta de mínimos dirigida a atraer a Estados Unidos y a los países en vías de desarrollo a un gran pacto para contener las emisiones causantes de efecto invernadero después del 2012, año en que se extingue el protocolo de Kioto.

La propuesta es tan tímida que se limita casi a un calendario --en diciembre del 2007 deberían tomarse las primeras decisiones-- y a un método de discusión consistente en la celebración de seminarios y jornadas de trabajo, y a un primer intercambio de propuestas el próximo mes de marzo.

El documento no habla para nada, sin embargo, de los hipotéticos porcentajes de reducción global de las emisiones que deberían alcanzarse.

La ventaja de la propuesta, aducen sus defensores, es que podría sumarse a ella Estados Unidos. Si eso fuera así --ayer todavía no se conocía la reacción de la delegación norteamericana--, se habría dado un paso de gigante: que la Administración de George W. Bush se suba de un modo u otro al carro del que se bajó cuando se negó a ratificar el protocolo de Kioto.

De lo contrario podría ocurrir que ni siquiera hubiera un pos-Kioto, porque el continente europeo no está dispuesta a seguir casi en solitario.

La Unión Europa, aunque considera "flojo" el borrador y exige algunas modificaciones, se declara "moderadamente optimista" respecto a que puede alcanzarse el consenso, en palabras de la representante española, Teresa Ribera. La postura de los países en vías de desarrollo también está siendo más abierta en los últimos días de cara a adquirir algún tipo de compromiso, siempre a cambio de no hipotecar su crecimiento.