La Conferencia Internacional sobre el Sida 2006, celebrada esta semana en Toronto, se clausuró ayer con un llamamiento común a intensificar las acciones contra la enfermedad.

El encuentro reunió durante cinco días a 24.000 acreditados, con el objetivo final de recuperar la atención perdida a nivel mundial sobre una pandemia que mata a tres millones de personas cada año e infecta a otros cuatro millones. Una enfermedad que, por razones sociopolíticas y económicas, se ceba cada vez más en los países débiles.

La cumbre ha puesto sobre la mesa la importancia de potenciar la prevención y el tratamiento, del que ahora solo se benefician un 24% de los seis millones de personas que lo necesitan. También se ha prestado una especial atención a esperanzadores tratamientos como los microbicidas, que incrementan el imprescindible papel que la mujer debe desempeñar en la lucha contra el sida.

También ha servido para renovar las llamadas urgentes a los gobiernos para que contribuyan más activamente y permitan alcanzar los 19.300 millones de euros necesarios en el 2007, un combate al que solo destinan 10.300 millones. El discurso de clausura lo pronunció Stephen Lewis, enviado especial para el sida en Africa de la ONU