TTtoni Blair se ha puesto estupendo, ha sacado de la chistera su apuesta por la Europa de la investigación y el desarrollo, (¡puaj, qué atraso, la agricultura!) y ha encubierto con una falsa cortina de modernidad su verdadera intención: mantener su prebenda, ese cheque británico de 5.000 millones que Margaret Thatcher le sacó a Europa a base de meterle miedo. Blair ha doblegado a Chirac y a Schroeder, mandatarios en precario con el referéndum estrangulándoles la grandeur y Angela Merkel y las elecciones de septiembre acogotándoles la credibilidad.

En España ya sabemos de esas engañifas porque aquí tenemos la cortina de humo del hecho diferencial, que bajo la semántica de la autodeterminación oculta la verdad desnuda de la política: el parné. O sea, el injusto cupo vasco que permite a Ibarretxe administrar parte de los impuestos sin que el Estado y sus correcciones solidarias puedan meter mano. Y al olor del cupo vasco, Maragall con su nación y su ambición. Nadie le tose a Blair ni a su cheque porque quienes podían hacerlo están enfermos. Nadie critica el anacrónico cupo vasco ni frena a Maragall porque imponen respeto. ¿Nadie? Bueno, sí, un parlamento pequeño y extremeño ha intentado dar un golpe encima de la mesa promoviendo una reforma de la ley electoral que ponga a los nacionalistas en su sitio. Pero no, falsa alarma. En cuanto se armó un poco de revuelo, el PP extremeño avisó de que todo había sido una broma. Seguimos siendo niños miedosos y respetuosos que dicen sí buana al cupo, al cheque y a lo que nos echen.