"Por fin estoy tranquilo. Tengo muchas ganas de estar con mi familia y de que la vida siga adelante". Esta fue la declaración que el bailaor hizo ayer por la mañana por telefóno a este diario cuando hacía sólo unas horas que había llegado a Sevilla. Venía de Barcelona donde la noche del jueves presenció cómo su hermano pequeño, Antonio Fernández Montoya, a quien inculpó del atropello, conseguía que el Palau de la Música enardeciera con su frenético zapateado. Farruquito lo vio desde bambalinas.

Esta vez, él no era el que provocó el delirio en platea, algo que sí sucedió en su última visita a la ciudad.