Los familiares de cinco víctimas de la tragedia de Germanwings han presentado una demanda contra la compañía Lufthansa y las diez aseguradoras, lideradas por Allianz, titulares de la póliza contratada para el viaje. La demanda se ha interpuesto en el Juzgado Mercantil número 10 de Barcelona por una cuantía «muy superior» a las «cantidades insultantes» ofrecidas por la aerolínea germana, según el abogado que los representa, Carlos Villacorta, del bufete BCV Lex.

La demanda considera que puede existir una «responsabilidad» de las empresas en la contratación y control del copiloto Andreas Lubitz, que decidió suicidarse estrellando el avión cuando sufría un trastorno mental. El escrito recuerda que, según la BEA (Bureau d’Enquêtes et d’Analyses), el organismo que investiga los accidentes aéreos en Francia, el copiloto nunca debió tripular ese avión, puesto que sufría problemas psiquiátricos. Citando el informe de la BEA, la demanda relata que, «en febrero del 2015, un médico privado diagnosticó a Lubitz un trastorno psicosomático y un trastorno de ansiedad y remitió al copiloto a un psicoterapeuta y un psiquiatra. El 10 de marzo del 2015, el mismo médico diagnosticó una posible psicosis y recomendó tratamiento psiquiátrico hospitalario. En febrero y marzo del 2015, un psiquiatra le recetó antidepresivos y somníferos».

Ninguno de estos profesionales sanitarios informó a ninguna autoridad de aviación ni a ninguna otra autoridad acerca del estado mental del copiloto. Estos facultativos expidieron varios certificados de baja por enfermedad, pero no todos se remitieron a Germanwings.

PILOTOS ENDEUDADOS / Villacorta explica que Germanwings era una compañía low-cost, propiedad al 100% de Lufthansa, que se encargaba de todos los procesos de selección, capacitación, formación, entrenamiento recurrente, supervisión médica y psicológica de las tripulaciones de vuelo de Germanwings. En este caso, muchos de los pilotos, durante el proceso de formación en Lufthansa, adquirían deudas importantes con ella, que luego debían devolver en plazos rigurosos, lo que les imponía una carga de estrés adicional.

Sin embargo, Lufthansa, la empresa encargada de la supervisión médica de este piloto, la misma que le presionaba con la devolución de una deuda derivada de su formación, «no fue capaz de detectar a tiempo el riesgo que suponía para la navegación y la seguridad del vuelo, permitiendo que finalmente el piloto Andreas Lubitz se sentara a pilotar el vuelo aquel fatídico 24 de marzo del 2015», añade el abogado.

EN CASO DE ENFERMEDAD / El portavoz de las cinco familias, Narcís Motjé, padre de Jordi, una de las víctimas, insiste en que el copiloto «no tenía que haberse sentado en la cabina, ya que estaba enfermo», y por eso culpa a la compañía por no haberlo detectado.

«Quiero pensar que mi hijo estuvo 11 minutos ayudando al comandante a abrir la puerta» destaca. El joven, un ingeniero de 37 años, viajaba en la fila 4 y debió ser testigo en primer plano de los momentos más terribles.