Lucy, posiblemente el fósil homínido más famoso de la historia, tiene oficialmente desde ayer un tataranieto de corta edad y un estado de conservación igual de extraordinario. El nuevo australopithecus afarensis, también de sexo femenino, vivió y murió prematuramente hace 3,3 millones de años en la actual Etiopía y, al igual que su antecesora, debió de caminar a dos pies --y ocasionalmente colgándose de los árboles-- por un paisaje de sabana avenado por pequeños ríos. Es, según destacan sus descubridores, el esqueleto completo de un niño más antiguo que se conoce. ¡Si hasta tiene dientes de leche!

Los autores del hallazgo, encabezados por investigadores del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig (Alemania), presentan sus hallazgos en el número de esta semana de la revista británica Nature , aunque el trabajo no ha concluido porque aún no se han podido rescatar todos los huesos. De hecho, el espécimen se descubrió en el 2002, pero algunas partes del esqueleto siguen incrustadas en la pétrea arenisca. El fósil fue hallado en una excavación cerca de la localidad de Dikika, en el noreste de Etiopía, muy cerca de Hadar, donde en 1974 apareció el esqueleto de Lucy.

LA CRECIDA DE UN RIO Según el jefe del equipo, el paleoantropólogo etíope Zeresenay Alemseged, el esqueleto pertenece probablemente a una niña que no tenía más de 3 años, como ha confirmado el análisis de los dientes, y es de la misma especie que Lucy. Mediría unos 40 centímetros de alto. La crecida de un río --causante de la muerte o inmediatamente posterior a la muerte-- es lo que permitió que el cadáver quedara sepultado por lodo y piedras y no fuera devorado por los carroñeros.

Los restos incluyen el cráneo completo, huesos de un pie, falanges de las manos, fragmentos de la tibia y de las costillas y hasta el rarísimo hioides, un hueso de la laringe implicado en la capacidad de hablar. La niña tenía una capacidad craneal de 330 centímetros cúbicos, similar a un chimpancé actual, aunque debe tenerse en cuenta que aún no había concluido su desarrollo morfológico, que es más lento en los humanos que en los grandes simios.

Los huesos recuperados muestran una combinación de rasgos humanos modernos y de simios más antiguos. "El pie y otros elementos de los miembros inferiores --resumen los investigadores en Nature -- corresponden claramente a una locomoción bípeda, mientras que el omóplato parece de un gorila y las falanges de las manos, largas y curvadas, son típicas de los simios arborícolas". Según confirma el hallazgo, prosiguen, los australopithecus afarensis caminaban erguidos, pero también tenían capacidad para desplazarse balanceándose a través de los árboles.

Los restos de los jóvenes homínidos rara vez fosilizan debido a su extrema fragilidad, hasta el punto de que los huesos más viejos de un esqueleto parcialmente completo eran hasta ahora de un neandertal. Sin embargo, la niña de Dikika no es el primer australopithecus que nos deja restos. El primero, aunque únicamente ha sobrevivido el cráneo, apareció en Taung (en el sur del continente africano) en 1924 y es igualmente famoso, pues permitió a su descubridor, Raymond Dart, describir una nueva especie de homínidos: los australopithecus.