La Policía ha desarticulado, en colaboración con las autoridades marroquíes, una organización nigeriana que controlaba gran parte del tráfico ilegal de inmigrantes a través del Estrecho desde 2008, y cuyos jefes explotaban sexualmente a las víctimas, a las que esclavizaban.

Según informó ayer la Dirección General de la Policía, la operación se ha saldado con diez arrestados: siete en España, en una primera fase, de miembros de una organización nigeriana especializada en la explotación sexual de mujeres en Levante. En una segunda fase fueron arrestados tres ciudadanos nigerianos, asentados en Marruecos, que proveían de mujeres a los primeros y que, según se comprobó después, son los máximos responsables de muchas de las operaciones de tráfico ilegal de inmigrantes a través del Estrecho de Gibraltar de los últimos años.

La operación comenzó en agosto de 2015, cuando la Policía localizó a una víctima de trata de seres humanos con fines de explotación sexual. Era nigeriana, tenía solo 16 años y se alojaba en un centro de menores de Ceuta.Las pesquisas llevaron hasta una organización criminal de origen nigeriano especializada en la explotación sexual de mujeres de su misma nacionalidad, fuertemente asentada en Torrevieja.

En abril de 2016 se detuvo a siete personas de origen nigeriano, de las que cuatro están actualmente en prisión provisional sin fianza. Los detenidos estaban integrados en dos grupos liderados por dos mujeres de las que la Policía tiene constancia de que habrían traficado al menos con 39 mujeres a las que después habrían explotado sexualmente.

Las tratantes sometían a las víctimas que se resistían a «durísimas condiciones de supervivencia», alimentándolas exclusivamente a base de pan y llegando incluso a exigirles los comprobantes de compra del supermercado para asegurarse así de que no compraban ningún otro alimento, según la Policía.

En cuanto al trabajo, eran obligadas a prostituirse todos los días de la semana durante más de doce horas, y debían traer a su vuelta la cantidad de dinero estipulada por sus captores. Si no eran «duramente castigadas». Esto, unido a la gran competencia que tenían, hacía que se vieran obligadas a ofrecer servicios sexuales a precios muy bajos, incluso por cinco euros.