Nunca imaginé que llegaría este momento, ni tampoco que te echaría tanto de menos, allí donde te encuentres, espero que sigas con tu elegancia, tu clase, tu saber hacer feliz a los demás, tus ganas de vivir y esa forma tan admirable de interpretar este mundo injusto. Me gustaría poder disfrutar todos los momentos de esta vida, tanto, familiares, de amistad, pareja y un sinfín de situaciones como tú has demostrado desde que te he conocido. Siempre lo dije y lo diré, como el ejemplo a seguir que fuiste, dejando tu ausencia un gran vacío. Espero que cuando nos volvamos a ver, podamos disfrutar de tantas jornadas con tu caña de mosca, en esos ríos y embalses que tanto amabas. Sólo decirte, descansa en paz, mi buen amigo.

Francisco A. Redondo Ruiz