La movilización masiva de tropas mauritanas, así como la colaboración de servicios secretos de varios países, puede haber cortado las vías de huida al grupo armado que el domingo secuestró a tres españoles, Alicia Gámez, Roque Pascual y Albert Vilalta, que formaban parte de un convoy de ayuda humanitaria de Barcelona Acció Solidària. Ayer por la tarde, fuentes españolas tenían indicios contundentes de que los asaltantes y los rehenes seguían en territorio mauritano y que no habían cruzado aún la frontera con Malí, que era lo que se temía durante la mañana, pues es ahí donde los bandidos y terroristas que operan en el Sáhara tienen sus refugios.

Además de centenares de soldados mauritanos, las tropas del Frente Polisario fueron puestas en situación de máxima alerta en la frontera con Mauritania para evitar que por ahí pudieran huir los asaltantes. Fuentes saharauis señalaron que han llegado a abrir su espacio aéreo para que los aviones mauritanos pudieran hacer vigilancia aérea en esa zona. Además, Malí movilizó soldados en sus fronteras y los servicios secretos de Francia y EEUU ofrecieron su colaboración al Centro Nacional de Inteligencia (CNI), que es el que ha llevado el peso de la investigación.

DESMENTIDOS Durante la tarde, se sucedieron las informaciones contradictorias. Primero, la agencia alemana DPA señaló que los catalanes habían sido localizados a 100 kilómetros de la ciudad de Akjout. Incluso se señaló que el Ejército mauritano y el Frente Polisario negociaban con los captores la liberación de los rehenes. Todas esas informaciones fueron desmentidas tanto por el presidente mauritano, Mohamed Ould Abdelaziz, como por el embajador del Polisario en Argel, Brahim Ghalli.

En su prudencia, el embajador español en Nuakchot, Alonso Dezcallar, sí dejó abierta una puerta a la esperanza al no desmentir, pero tampoco confirmar, que sí se tenía conocimiento del lugar en que estaban los secuestrados. Tras reunirse con el presidente mauritano, el embajador destacó el esfuerzo del Gobierno de Mauritania, "que está haciendo todo lo que puede para encontrar a los rehenes". En su cita con el mandatario árabe, le insistió en que, "ante todo, está la seguridad de los tres españoles" pidiéndole así que evitara llevar a cabo un precipitado operativo de rescate que pusiera en peligro a los rehenes.

El ministro mauritano de Turismo, Bamba Uld Gueremane, se mostró optimista: "Este secuestro se resolverá. Estamos trabajando duro. El despliegue que hemos hecho es enorme".

A última hora de la tarde, la agencia France Press difundió un teletipo en el que informaba que los rehenes habían sido abandonados por sus captores en la zona de Aguouimite, en las frontera entre el territorio mauritano y el Sáhara Occidental. El hecho de que la fuente de la noticia fuera un responsable del Gobierno marroquí, que tiene en Mauritania un potente despliegue de servicios secretos que le proporciona información muy fiable, era interpretada como una señal de que el fin del secuestro podía estar cerca. No obstante, minutos más tarde, un responsable oficial marroquí desmintió la información. A ese desmentido se sumó un portavoz del Ministerio español de Exteriores, que insistió a este diario, de forma vehemente, que los cooperantes "ni han sido localizados ni liberados".

En cualquier caso, esa sucesión de noticias y desmentidos colocó a las familias de los tres secuestrados en una angustiosa montaña rusa emocional. Algo similar les ocurría a los compañeros de los secuestrados que seguían en Nuakchot.

CELULA DE CRISIS REUNIDA Por su parte, el Gobierno optó por una política de extrema prudencia para evitar que una indiscreción pusiera en peligro la vida de los rehenes. La política era negar cualquier indicio de solución al secuestro hasta que estos estuvieran sanos y salvos. Ayer por la noche seguía reunida la célula de coordinación, dirigida por la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega, con el ministro de Exteriores, el de Interior, la de Defensa, el director del CNI, y el jefe del Estado Mayor de la Defensa.