Un gran dispositivo policial, con participación de agentes de Valencia, Murcia, Madrid y Santander, además de meses de investigaciones, concluyeron ayer con la detención de 22 presuntos integrantes de una banda dedicada al tráfico de mujeres rumanas, algunas de ellas menores, para obligarlas a prostituirse en clubs de alterne españoles.

En realidad, los detenidos --18 rumanos (incluidas seis mujeres), una colombiana, un argelino y dos valencianos-- formaban dos grupos que actuaban de forma coordinada. Por un lado, los dedicados a la prostitución y por el otro, los encargados de falsificar la documentación para ellos y las chicas. También clonaban tarjetas de crédito para financiar la trama delictiva.

Las detenciones se realizaron de madrugada tras el registro de siete pisos de Valencia. Los agentes descubrieron dos talleres de falsificación de pasaportes, carnets de identidad y de conducir y tarjetas. Entre el material incautado hay ordenadores, escáneres, impresoras y plastificadoras, así como dos armas de fuego, una real y otra simulada.

El testimonio, hace dos años, de una menor rumana captada por una red de prostitución en Murcia hizo saltar la liebre. Entonces se realizaron 25 detenciones. A finales del año pasado uno de los rumanos investigados en la trama murciana, Lucian Mihai, apareció muerto y maniatado en una caja metálica en la orilla portuguesa del río Miño. Según la policía, fue un ajuste de cuentas por el control de jóvenes forzadas a prostituirse.

LOS LIDERES, AL DESCUBIERTO Las detenciones permitieron descubrir quiénes eran los cabecillas de la red en Rumanía y que ésta tenía ramificaciones en Valencia y Alicante. Al mismo tiempo, policías especializados en delitos económicos de Madrid y Santander habían descubierto una trama de falsificación de tarjetas bancarias, que localizaron en Valencia. Al cruzar los datos con los agentes que investigaban la trata de blancas, comprobaron que algunos nombres coincidían.

Fue entonces cuando las actuaciones se unificaron y avanzaron hasta la identificación de los cabecillas, Alex, que empleaba documentación checa falsa a nombre de Petr K., y Nicusor D., con documentación alemana falsa a nombre de Bendebeck M. Ambos formaban un tándem delictivo. Cada uno dirigía su propia organización, pero se apoyaban mutuamente.