Se diría que el problema es de Zapata , que eligió mal su país de nacimiento: debería haber nacido en Marruecos, no en Cuba. Lo que muchos vienen a decir sutilmente es que hay dictaduras y dictaduras, y que algunas actitudes son criticables en unas pero disculpables en otras.

En su ensayo autobiográfico, El hombre desplazado , Tzvetan Todorov manifiesta que mientras los pueblos europeos llevan casi doscientos años comprometidos con el ideal democrático, los intelectuales han optado por la defensa de regímenes violentos y tiránicos. El pensador búlgaro-francés va más allá al afirmar que "Si el voto estuviese reservado únicamente a los intelectuales, viviríamos hoy en día bajo regímenes totalitarios, ¡y ya ni siquiera votaríamos". ¿Exagera Todorov? Solo un poco. Quien tenga tiempo puede redactar un largo listado con los intelectuales que durante el pasado siglo --para qué ir más atrás en el tiempo-- se dedicaron a elogiar dictaduras amigas. Sartre, Neruda, Hamsun, Heidegger , etcétera, por no hablar de los que apoyaron --y apoyan-- sin fisuras el franquismo.

Willy Toledo está muy lejos de ser uno de esos intelectuales de los que habla Todorov por mucho que defienda regímenes dictatoriales. Y tampoco merece ser recordado como propagandista de dirigentes repudiables: Joseph Goebbels lo hacía mucho mejor.

Así las cosas, uno tiene la sensación de que la democracia sigue siendo una Cenicienta incomprendida en el baile de la Gran Política. A veces me pregunto si nos hemos ganado el derecho a vivir en sociedades libres a base de sacrificio o simplemente hemos caído en ellas por el vaivén de las casualidades.