Ayer doce periódicos catalanes publicaron un editorial conjunto en defensa del Estatuto catalán, recurrido por el Partido Popular ante el Tribunal Constitucional. No voy a entrar en el tema de si actualmente el Constitucional tiene o no autoridad para dictar sentencia sobre el Estatuto, aunque debo reconocer que comparto buena parte de lo que se publica en el editorial y estoy con estos diarios en que el texto estatutario ya fue votado por el Parlamento catalán, el Congreso y el Senado, y ratificado en un referéndum por los propios catalanes. Lo que sí dudo es, como aseguran desde el Gobierno catalán, que todo ha sido una iniciativa surgida de los propios diarios (sabemos que muchas veces quien se mueve no sale en el cheque) y, si es cierto lo que dice el Ejecutivo de Montilla , también tengo que reconocer que hay partes de ese editorial que me tocan los cojones. Me hace gracia, muchísima, que algunos de estos diarios que ayer se atrevían a pedir, mejor dicho, a exigir dignidad para los catalanes fueran los mismos que permitían hace unos días, y sin ningún pudor, que conocidos articulistas escribieran en sus páginas de una forma ofensiva sobre los extremeños. Aprovechando el revuelo montado por los talleres sobre sexualidad, algunos de estos periódicos no reparaban en que podían estar haciendo mucho daño a la dignidad de algún extremeño cuando sus columnistas nos acusaban de pedigüeños y pajilleros y de gastarnos el dinero que nos daba su nación en cursos para enseñar a nuestros jóvenes a hacerse pajas. Y ahora estos mismos periódicos nos piden en sus editoriales que respetemos la dignidad catalana. Yo como extremeño pajillero podría contestarles que ¡a cascarla! Pero bueno, de momento voy a esperar a ver lo que dice el Constitucional.