Un día antes de la celebración de una vista oral que no se producirá y tres semanas después de que se colase a bordo de una limusina, vestido de esmoquin, en la cena de gala oficiada por la reina de Dinamarca durante la cumbre del clima de Copenhague y desplegase brevemente un cartel que rezaba Los políticos hablan, los líderes actúan, Juan López de Uralde, director de Greenpeace España, fue puesto ayer en libertad con cargos.

Desde el pasado 17 de diciembre, el líder ecologista se encontraba en prisión preventiva junto a otros tres miembros de la organización, acusado de allanamiento de morada, suplantación de autoridad pública y falsificación de documentos. La mayoría de activistas apresados en el infructuoso cónclave ambiental habían ido siendo liberados, pero ellos cuatro seguían allí, en Copenhague, en la cárcel de Vestre Faengsel, en una galería con presos comunes.

"Nos tratan como a perros", le había dicho López de Uralde a su mujer hace tres días, en la única visita --entrevistas con su letrado aparte-- que pudo recibir durante el cautiverio. El director de Greenpeace está ahora más delgado, con el pelo más largo y, como el resto de su organización, "indignado" por el trato recibido: dicen que las medidas contra él, la sueca Nora Christiansen, el suizo Christian Schmutz y el holandés Joris Thijssen --sujetos a control de correspondencia y de visitas, y a la espera de que se fije la fecha del juicio-- han sido "absolutamente desproporcionadas". Dicen que una acción pacífica como el hacerse pasar por un jefe de Estado y reclamar un ambicioso compromiso climático no se merecía la estricta sanción preventiva. Y todos en Greenpeace coinciden en que "volverían a hacerlo".

BRINDIS CON CAVA Ayer, un día antes de la fecha tope que la policía tenía para ponerlos a disposición judicial, fueron recibidos a la salida de la prisión por 30 compañeros. López de Uralde brindó con cava y dijo estar "muy contento". Hoy, a las diez de la mañana, prestarán declaración ante el tribunal municipal de Copenhague. Una hora y media más tarde, en el buque de la organización, un Rainbow Warrior amarrado en la capital danesa, López de Uralde hará un recuento de su detención: allí hablará de sus primeras 24 horas tras el arresto, en un pequeño cuarto con una colchoneta, una luz siempre encendida y una cámara vigilante; de la incomprensión que ha sentido, explicó ayer, sobre los motivos de su encarcelación; de su estancia en la misma galería de la cárcel en la que dormían atracadores y traficantes de droga, o de si las presiones ejercidas sobre Dinamarca por el Ministerio de Asuntos Exteriores español han tenido algo que ver en el desenlace.

"¿De qué ha servido todo esto? --se preguntaba, frente a la embajada danesa en Madrid, el responsable de Bosques y Clima de Greenpeace, Miguel Angel Soto--. El argumento de las autoridades era que debían permanecer detenidos porque había una investigación en curso y nuestros compañeros podían destruir pruebas. Pero todas las pruebas, que se reducen al vídeo de la acción, pueden verse en YouTube".

MANIOBRA "EJEMPLARIZANTE" Soto apunta que "allí se aprecia lo fácil que es hacerse pasar por un jefe de Estado". Y añade: "Creemos que Dinamarca ha querido llevar a cabo una maniobra ejemplarizante, pero lo que ha conseguido es convertir a Juantxo López de Uralde en una especie de héroe, y gracias a eso se ha mantenido la resaca de Copenhague, aunque no tanto en términos climáticos como represivos. Ahora queremos volver a nuestra agenda ambiental".