Con tensión y esperanza, tras retrasos y dudas, bajo los mortales fantasmas del Columbia y la atenta mirada de todo el mundo, Estados Unidos reactivó ayer su carrera espacial, una empresa estratégica, política, económica, científica y social de enormes dimensiones. El veterano transbordador Discovery , ocupado por siete astronautas, abandonó en un lanzamiento "impecable" Cabo Cañaveral (Florida) a las 10.39 horas (las 16.39 horas en España) e inició una misión de 13 días en el espacio.

Responsables y empleados de la NASA mostraron su satisfacción pero, tras dos años y medio marcados por el espectro del Columbia y la muerte de sus 7 tripulantes, contuvieron las emociones. Ayer, repetían una de las frases que se ha convertido en recordatorio del peligro constante para la agencia espacial: "Este es un negocio arriesgado".

"DIVERTIOS AHI ARRIBA" Después de que hace 13 días el lanzamiento del Discovery se paralizara por un problema en uno de los cuatro sensores encargados de controlar el depósito principal de combustible, ayer --sin rastro de esos fallos-- el guión se cumplió a la perfección. Minutos antes de las 10.39 horas, Mike Leinbach, director del lanzamiento, se dirigió a los siete astronautas. "Nuestra larga espera puede haber acabado --les dijo--. En nombre de los millones de personas que creen profundamente en lo que hacemos, buena suerte, que Dios os acompañe y divertíos un poco ahí arriba". Eileen Collins, la comandante de la misión, respondió: "Tripulación lista para el lanzamiento".

Inmediatamente después, se escuchó el rugido de motores, la ignición, el fuego... El aire tembló y, en segundos, dejando una espectacular columna de humo y haciendo temblar la tierra, el Discovery emprendió su viaje. Testigos de excepción fueron 12.000 personas e invitados de honor entre los que se encontraban la primera dama de EEUU, Laura Bush, y su cuñado y gobernador de Florida, Jeb Bush.

PEQUEÑO DESPRENDIMIENTO A los 30 segundos, el Discovery había alcanzado los 3,6 kilómetros de altura y volaba a 643 kilómetros por hora. Medio minuto más tarde, el transbordador estaba a más de 14 kilómetros de la Tierra. Tras un minuto y medio de feroz consumo de combustible, el peso de la nave ya se había reducido a la mitad. Cuando se encontraba a 53 kilómetros sobre el planeta y volando a 5.300 kilómetros por hora, los cohetes propulsores que habían ayudado al transbordador en su lucha contra la gravedad se separaron. Nueve minutos después del lanzamiento, el depósito exterior de combustible también agotó su misión y entonces, acabando con el milimetrado pas de deux de esta espectacular coreografía espacial, el transbordador se separó. El misil se convertía en nave espacial. Una de las numerosas cámaras del Discovery detectó en el ascenso el desprendimiento anómalo de dos trozos del depósito, aunque la NASA no apreció ningún golpe en el escudo protector.

EMOCION Y TENSION El impecable lanzamiento no resta ni un ápice de tensión a la misión y, sobre todo, a sus siete protagonistas. Estos cinco hombres y dos mujeres, que se han preparado durante casi cuatro años, fueron alabados ayer por el administrador de la agencia espacial norteamericana, Michael Griffin, como parte primordial en la salvación del programa de transbordadores: "Lo han sacado de las profundidades de la desesperación y lo han hecho volar", dijo en otro momento. En los escudos de sus trajes quedarán grabados sus siete apellidos como recordatorio de ese logro. Además, en esos mismos escudos, en la silueta del transbordador, hay siete estrellas: una por cada uno de sus malogrados predecesores en el Columbia .