Se conocieron por internet: estaban hartos de sus respectivos matrimonios y se dedicaron a intercambiar mensajes, a seducir. El la llamaba Azúcar; él era el Príncipe de la Satisfacción. ¿Cuánto tiempo estuvieron así? No se sabe. Lo cierto es que un día decidieron conocerse. La relación era seria y tenían que dar el siguiente paso. Así que se citaron. Se arreglaron para el encuentro y se presentaron en el lugar convenido. Y ahí llegó el horror: ella era su mujer; él era su esposo.

La historia tuvo lugar en Zenica, una ciudad de la región central de Bosnia, y la hizo pública ayer el semanario serbio Zabavnik . ¿Qué sucedió después? ¿Qué ocurrió cuando Azúcar y el Príncipe de la Satisfacción se dieron cuenta de que la persona con la que habían estado flirteando en la red era la misma con la que dormían todas las noches? ¿La persona con la que ya no podían convivir? Se divorciaron. Nunca en su vida se habían llamado más que por sus nombres, pero en la red se comportaban como quinceañeros. En casa discutían, pero en internet eran idílicos. Puede ser que en la vida real se detestaran, pero en la web se amaban. Ambos se acusaron de infidelidad.