Euforia Womad. Ambiente in crescendo . Sol y buen tiempo. Calimocho, cerveza y gente, mucha gente. El festival vivió ayer su segunda jornada, la primera multitudinaria de esta duodécima edición, con 12.000 personas entre la plaza Mayor y San Jorge. Ausencia total de incidentes hasta el cierre de esta edición y eso sí, mucha acción sobre los escenarios con once espectáculos en doce horas repletas de talleres y conciertos.

A media tarde, un gentío espectacular llenaba la plaza Mayor. Un policía se echaba un cigarro al lado del furgón aparcado en Gran Vía, junto a un puesto con banderas del toro Osborne. Tranquilidad absoluta. El ambiente, de siesta por el sol, se rompió con la percusión de Joji Hirota, primer artista en tocar en la plaza este año. El público despertó y recibió agradecido el sonido de los tambores del templo japonés, tocados con destreza por un veterano del Womad.

A las siete tomó el relevo Javier Arroyo y el Lusitania Jazz Machine, aportación extremeña al festival, con una fusión de músicas de Castilla, Extremadura y Portugal a través del jazz como pasaporte entre fronteras.

El público aumentó al atardecer. Intercambio racial en el escenario, en el empedrado de la plaza y en los puestos de la bandejina , del foro, de los soportales... A las ocho y cuarto el Womad viajó a Cuba con Los Fakires --Cascarita, Bringues...--, extraordinaria formación creada en los años 40 capaz de alternar armónicamente el son y el cha-cha-cha de entonces con sus trabajos actuales, apoyada en saxofón, guitarra, bongoes y percusión menor. "Estamos encantados de tocar por primera vez en este festival", explicaron sus miembros por la mañana en una rueda de prensa celebrada en el Hotel Extremadura, junto a otros artistas invitados.

El cierre de la jornada correspondió al ugandés Geoffrey Oryema y a sus sonidos de Africa, un compendio de influencias del continente y música pop cantadas en inglés y acholi .

DESDE PRIMERA HORA

El Womad cerraba así un día maratoniano, frenético de actividad, iniciada a las once de la mañana con talleres infantiles en San Jorge a cargo de Maya Wolfe (trajes, malabares y esculturas vivientes), Lily Pridie (diseños en metal) y Mazy Barlett (pintora y escultora). También se creó una serpiente humana de gran colorido.

A las cuatro comenzaron los talleres de adultos en el mismo enclave con Los Fakires (hicieron doblete), Risenga Makondo, que desinhibió al público con la danza chigombela de Suráfrica, y Yair Dalal, compositor, violinista e intérprete de laud, que destacó ante los medios su origen israelí y su influencia familiar iraquí para lanzar un llamada a la paz.