Una de las mayores tragedias forestales que jamás ha vivido Portugal se vivió ayer en Pedrógão Grande, una zona totalmente desolada y devastada por el incendio más mortífero de la historia de este país, que ha dejado, hasta el momento, 62 muertos y otros tantos heridos.

Las gentes de las aldeas del entorno, algunas de ellas evacuadas, se reunían en corros para llorar a los seres queridos y para lamentar lo que han perdido.

Los bares permanecían abiertos como únicos lugares de reunión para los vecinos, que se preguntan cómo les sobrevinieron las llamas, que han dejado un frente de varios kilómetros que hace intransitable, por su extrema peligrosidad, la carretera nacional IC-8.

Todos seguían de cerca lo ocurrido, sentados y mirando sin pestañear la televisión o escuchando la radio, ya que apenas había señal de telefonía y, mucho menos, conexión de Internet.

Algunos aseguraban que habían perdido todo su ganado, algo fundamental para ellos ya que muchos de estos pueblos arrasados por las llamas viven de la labor agraria y ganadera.

Además de haber perdido a algún familiar, se han quedado sin su modus vivendi a causa del fuego, que se ha llevado por delante casas y naves agrícolas, además de los animales y los vehículos de labor para el campo.

«Vi cómo un vecino del pueblo tuvo que abandonar su coche junto a la carretera y, al huir, fue alcanzado por el fuego y murió veinte metros más adelante», lamentaba un vecino.

Desolación

La desesperación cundió entre ellos desde que se desató el incendio, ya que todos los medios eran insuficientes debido a que las temperaturas de hasta 40 grados y los fuertes vientos hacían que las llamas avanzaran con mucha rapidez, sin dar tregua a una respuesta controlada.

La comarca de Pedrógão Grande se ha sumergido en un luto riguroso por las víctimas mortales, la mayoría de la zona, y se ha teñido de negro ya que, se mire hacia donde se mire, sólo se puede contemplar la ennegrecida sierra de pinares y eucaliptos.

La situación es aún más desoladora a causa de la intensa boina de humo que se ha apoderado de toda la comarca, donde no cesan de caer las cenizas y se hace muy difícil permanecer mucho rato en la calle respirando el intenso humo proveniente de los incendios forestales.

Al cierre de esta edición seguían activos un total de cuatro frentes, sobre los que trabajaban hasta más de 700 bomberos, varios cientos de vehículos y numerosos medios aéreos, algunos de ellos llegados de España o de Francia.

El primer ministro de Portugal, António Costa, anunció desde el lugar del suceso que se ha habilitado un dispositivo con numerosos medios técnicos y humanos que, además, trabajan para realojar a las personas que se han quedado sin hogar.

El viento ya no sopla con tanta intensidad.