Los relojes se tendrán que retrasar una hora a las tres de la madrugada del próximo domingo, 26 de octubre, cuando pasarán a ser las dos, para adaptarse al horario de invierno y ahorrar energía.

El ahorro relacionado con el cambio horario se genera durante el horario de verano, ya que es cuando hay más luz diurna natural: se adelanta el reloj para no desperdiciar las horas de sol por la mañana y tener más horas de luz natural por la tarde. Así se consigue reducir el consumo de energía en iluminación artificial.

El retraso del reloj en invierno, en cambio, permite tener luz natural a primera hora de la mañana, que es cuando se producen la mayoría de desplazamientos, sin afectar el consumo de energía en materia de iluminación, ya que disponer de más luz natural en las tardes no compensaría el consumo adicional de energía para iluminar una hora más de oscuridad las mañanas, según los expertos.