TEtn Villafranca, el maná se llama refinería y en Jerez de los Caballeros, Alfonso Gallardo. En Valdetorres, sueñan con la planta de bioetanol, en Monesterio, con la mina de níquel, en Mérida, con United Biscuits , en Badajoz, con Indra... En Extremadura, cada pueblo tiene su Godot particular que llegará con 2.500 empleos y la revolución industrial 200 años después. Los cacereños también se dejan mecer por los sueños de futuro, pero sus protagonistas son más finos, pura delicatessen : la coleccionista de arte Helga de Alvear, las superficies comerciales Leclerc y El Corte Inglés, varios hoteles de cuatro estrellas y dos estrellas Michelín: José Polo y Toño Pérez.

El futuro de Cáceres, con tantas estrellas, parece más celestial que nunca y sus supremos hacedores no anuncian industrias contaminantes, sino botellas de vino dulce Chateau d´Yquem 1806 de 110.000 euros, habitaciones con aire zen y ADSL, abstracciones de Dubuffet y carritos de la compra. En el otoño de 2000, Leclerc dejó de ser un general francés cuando EL PERIODICO anunció un hipermercado con ese nombre en Nuevo Cáceres. La Junta puso alguna pega, pero después recapacitó: ya que no llegan industrias, por lo menos que se entretengan comprando. Cuando se dijo que venía a Cáceres la colección Helga de Alvear, quien más quien menos pensó en una fábrica de brandy, pero no, se trataba de arte. Con los años, los cacereños ya se han mentalizado y esperan a Godot tranquilos: saben que lo suyo no son los empleos, sino la belleza e ir de compras.