La tranquilidad habitual que reina en Cambrils (Baix Camp) recibió ayer un duro golpe a causa del atraco que se produjo en una sucursal del Banco Santander y que causó la muerte de la cajera Estela Calduch, de 25 años. La investigación no ha facilitado detalles de los hechos, pero diferentes fuentes explicaron que dos individuos entraron en la sucursal hacia las ocho y media de la mañana y que un disparo en el cuello acabó con la vida de Calduch.

Las fuerzas policiales establecieron pronto un cerco en las entradas y salidas de la población, además de en diferentes puntos de la AP-7 y de la autovía A-7, para intentar detener a los autores del crimen. Parece ser que huyeron a pie desde la sucursal, situada en la calle de Roger de Llúria, muy cerca del paseo Marítim.

Todo apunta a que en el momento de los hechos no había ningún cliente en la oficina. Solo estaban la fallecida y dos compañeras de trabajo. Algunos vecinos explicaron que una de ellas gritaba "no puede ser, no puede ser" ante el cuerpo ensangrentado de la víctima. Las declaraciones de las empleadas no hicieron más que añadir perplejidad a los investigadores porque aseguraron que el disparo se produjo sin que mediara palabra ni enfrentamiento alguno. Anoche, entre las hipótesis de la investigación, estaba la de que el disparo fuese accidental.

FAMILIA MUY CONOCIDA El levantamiento del cadáver se produjo hacia la 13.30 horas y el cuerpo fue trasladado al tanatorio de Reus para practicarle la autopsia. Hoy, probablemente, lo llevarán a Sant Carles de la Ràpita (Montsià), población en la que vive su familia. Su padre había sido concejal. La fallecida, que trabajaba en Cambrils desde hacía apenas un año, residía en Mont-roig del Camp (Baix Camp) y estudiaba Ciencias Empresariales en la Universitat Rovira i Virgili (URV).

El Ayuntamiento de Cambrils condenó los hechos y dedicó un minuto de silencio, frente al edificio consistorial, al que asistieron unas 200 personas. El alcalde de Sant Carles de la Ràpita, Miquel Alonso (PSC), decretó dos días de duelo.

Ayer, precisamente, se encontraban en Cambrils los responsables políticos y policiales de la zona. Tenían una reunión, que se vio alterada por el asalto mortal, para tratar sobre la venta ilegal de los manteros. "Nunca se había producido un hecho delictivo de consecuencias tan graves", declaró el alcalde de la localidad, Robert Benaiges.

Delegados de UGT y de CCOO en el Banco Santander denunciaron un repunte de la criminalidad producido, a su juicio, debido a la crisis. Recordaron que con el atraco de Cambrils ya se han producido cuatro en sucursales del mismo banco en lo que va de año. Afirmaron que la víctima trabajaba en un mostrador sin protección y se quejaron de que el banco no les dejó entrar en la sucursal para comprobar las medidas de seguridad.

CUATRO MUERTES EN UN AÑO La muerte de Cambrils es la cuarta que tiene lugar este año en un atraco en Catalunya. En febrero murieron a martillazos una anciana de 85 años y su hijo, de 55, en el bar que regentaban en el Eixample de Barcelona. Y el día 16 falleció apuñalado un joyero de 62 años en el distrito barcelonés de Sant Martí.