La mujer levantó la mano para detener un taxi en Barcelona. Se montó en el vehículo y se echó a llorar en el asiento trasero. El conductor le preguntó qué ocurría. Ella, balbuceando, le explicó que acababa de ser violada por dos hombres. El taxista la llevó a una comisaría de los Mossos y estos, a su vez, la derivaron al Hospital.

En el informe médico que se elaboró ese jueves, 19 de abril de 2018, se detalla que la joven, de 20 años, tenía moratones en el cuello y que se hallaron en su orina restos de cocaína y de anfetamina. El problema era que ella aseguraba que no había tomado ninguna de esas dos drogas. Era lo único que no cuadraba en sus explicaciones, que tuvo que repetir ante los Mossos, los médicos que la atendieron en el hospital y, por último, dos jueces distintos de Barcelona. A todos, tras escuchar su relato, les pareció que la mujer era coherente. No así los dos supuestos agresores sexuales, que están en prisión preventiva desde el 10 de mayo.

Uno de los dos jueces que los ha encarcelado provisionalmente justifica así la medida: «El Estado debe impedir que este tipo de individuos permanezcan en libertad provisional mientras se sustancia la instrucción, puesto que los indicios de criminalidad son más fuertes que la presunción de inocencia y porque esta última tampoco puede prevalecer siempre y en todo caso sobre la dignidad de la víctima».

Carmen (nombre falso) quedó ese miércoles por la tarde con un amigo de 32 años. Se reunió con él en su casa y se marcharon juntos a una discoteca. Allí ella se tomó un combinado y se pasó al champagne que le ofrecía su amigo en las zonas VIP del local. Tras estas copas, sin embargo, para Carmen todo comenzó a ser un poco «confuso». Cuando cerró la discoteca, se marcharon junto a otro hombre, de 33 años, y regresaron al domicilio del amigo. Se unió al grupo una segunda chica, de 22 años, que actualmente está en paradero desconocido.

Sin saber cómo, terminó en una habitación junto al segundo hombre. Ella se resistió y verbalmente le expresó su negativa: «No quiero». Pero la violó. Tras la agresión, el «amigo» entró en la habitación. Ella sintió «alivio», pero este acabó forzándola con los dedos y sentándose a horcajadas sobre su cara para exigirle una felación. Tras la negativa de Carmen, el agresor se masturbó sobre ella.

Los dos hombres entraron en la cárcel hace dos semanas y no solo niegan que la violaran, sino que ni siquiera se acostaron con ella, aseguran.