La farmacéutica alemana Grünenthal sostiene desde hace años que la famosa (por desastrosa) talidomida fue el resultado de una especie de carambola científica, y que la fórmula que la empresa patentó a mediados de 1954 había sido descubierta un año antes por un grupo de investigadores que intentaban crear un antihistamínico. Pero, cosas de la ciencia, les salió un tranquilizante. El fármaco que se suele tachar de "maldito" tuvo las catastróficas consecuencias que muchos conocen, a saber, unos 20.000 niños nacidos con malformaciones en varios países del mundo, y ahora, medio siglo después de la tragedia, una posibilidad tenebrosa empieza a tomar cuerpo: los nazis. No hubo carambola. Fueron los científicos de Hitler los que la descubrieron.

Dos investigadores, el argentino Carlos de Nápoli y el británico Martin Johnson, han llegado a la misma conclusión. La teoría del segundo es que la talidomida fue creada originalmente como antídoto contra los gases neurotóxicos, y que su creador fue el científico y criminal nazi Otto Ambrose, quien tras la guerra trabajó con Grünenthal. De Nápoli, por su parte, tiene documentos que prueban que los conejillos de indias fueron, por supuesto, los prisioneros de los campos de concentración.

INFORMACION COMPARTIDA "Tengo un documento que prueba que este fármaco había sido desarrollado antes de esa fecha 1953, y que había sido probado en los campos de concentración", anunció ayer el argentino, que incluirá sus hallazgos en un libro que publicará en breve: Los laboratorios de Hitler . El documento en cuestión es un memorando firmado por Fritz ter Meer, un ejecutivo de la farmacéutica alemana IG Farben, el 13 de noviembre de 1944. Allí, Ter Meer informa que la droga ha sido probada y está lista para ser usada. ¿Quién era el destinatario? El médico personal del Führer. Karl Brandt.