Pocas cosas gustan más en Estados Unidos que las historias de resistencia y superación, segundas oportunidades y resurrección, arduas luchas y peleadas victorias. Pocas veces, no obstante, estas pueden narrarse sin incluir puntos oscuros, víctimas o aquellos que quedan atrás sin integrar la narrativa del éxito. A un día de que se cumplan diez años del inicio del desastre del Katrina, Nueva Orleans vive esa dicotomía.

La llegada aquel 29 de agosto de 2005 de un huracán de categoría 3 y el consiguiente fallo en más de 50 puntos del defectuoso sistema de diques construido por el Cuerpo de Ingenieros del Ejército abrió las compuertas a una devastadora inundación que dejó más de un millar de muertos -hasta 1.800 en toda la región del Golfo de México-, daños por valor de más de 1.000 millones de dólares, un millón de personas desplazadas de otros tantos hogares destruidos y un gobierno bochornosamente abrumado a todas las escalas, federal, estatal y local. Como dijo ayer en su novena visita a Nueva Orleans el presidente Barack Obama -al que hoy sigue Goerge Bush y mañana Bill Clinton-, "lo que empezó como un desastre natural se convirtió en uno provocado por el hombre, un fracaso del gobierno en cuidar de sus propios ciudadanos".

En la más famosa de las urbes de Luisiana, y una de las más populares de todo el país, no obstante, Katrina fue sobre todo la tormenta perfecta para sacar a la superficie las demoledoras corrientes sumergidas de división racial y socioeconómica. Lo dijo también ayer Obama hablando en un nuevo centro comunitario en el Lower Ninth Ward, uno de los barrios que más devastó Katrina: "Nueva Orleans llevaba tiempo plagado por una desigualdad estructural que dejaba a demasiada gente, sobre todo negros pobres, sin buenos trabajos, acceso a sanidad o vivienda decente", apuntan.

AVANCES Y DESIGUALDAD El discurso oficial ahora, tanto de Obama como del alcalde, Mitch Landrieu, es asegurar que esos problemas empiezan a quedar atrás y centrarse en la idea de que Nueva Orleans no solo se recupera gracias a los 135.000 millones de dólares invertidos, sino que innova y ha logrado, por ejemplo, situar la actividad de emprendedores 56% por encima de la media nacional. Según Obama, "lenta pero innegablemente avanza, porque el proyecto de reconstrucción no era simplemente restaurar la ciudad como fue sino construirla como debe ser".

El presidente sabe, no obstante, que la "gran recuperación económica no ha beneficiado a todos por igual". Y no solo hay problemas que persisten, sino que corren el riesgo de agravarse En la Nueva Orleans de hoy hay 1,25 millones de habitantes, solo un 10% menos de población pre Katrina, Pero 100.000 de sus habitantes negros nunca volvieron. Y entre los que se quedaron, regresaron o se han instalado, el índice de pobreza es ahora más alto que antes: un 44% tienen ingresos anuales por debajo de los 21.000 dólares. La población blanca, mientras, crece (ha pasado del 27% al 31%) Y entre ellos los que ingresan más de 105.000 dólares al año han pasado del 25 al 33%.

La brecha de la desigualdad que la crisis profundizó en todo el país hace también mella en la ciudad. Y quizá por eso las encuestas demuestran la muy distinta interpretación que hacen de la década unos y otros. Según un estudio de la Universidad Estatal de Luisiana, cuatro de cinco residentes blancos creen que la ciudad prácticamente se ha recuperado pero casi tres de cada cinco negros no lo ven así. 41% de los blancos dicen que su calidad de vida ha mejorado, más del doble que los negros que creen que están mejor.

Entre los puntos brillantes que las autoridades destacan en Nueva Orleans se cuentan la regeneración total del sistema educativo (con una red de escuelas concertadas no exento de críticas), la inversión en un nuevo sistema de diques (aunque muchos expertos lo ven aún insuficiente para proteger la ciudad), la creación de un nuevo corredor sanitario, la inversión en vivienda asequible y cambios en el uno de los programas puestos en marcha para ayudar la reconstrucción que había castigado sobre todo a los negros con propiedades en barrios pobres. A la par, se asume como mayor reto la necesidad de potenciar a la menguante clase media y seguir luchando contra la pobreza que prevalece en algunos barrios, como el de Tremé, que Obama visitó también ayer.

Landrieu, el alcalde, presume de creación de empleo, pero de los 50.000 puestos de trabajo sumados a la región entre 2010 y 2014, según un estudio de Brookings, el 70% son en industrias que pagan menos del salario medio anual y los sectores que más crecen son entretenimiento y hospitalidad, justamente los que tienen sueldos más bajos.

Más datos apuntan a que la historia de resurrección de Nueva Orleans no todos la leen igual. En otro sondeo reciente de NPR y la fundación Kaiser, más del 25% de los residentes (y casi la mitad de los menores de 30 años) dijeron estar planteándose marcharse.