TAthora que la duquesa de Alba vuelve a estar en boca de todos por sus seniles pretensiones matrimoniales me permito recordar que María del Rosario Cayetana Alfonsa Victoria Eugenia Francisca Fitz-James Stuart y de Silva fue expropiada de sus fincas de Cabra Alta y Cabra Baja en Zahínos. Mientras Manuel Chávez le imponía con todos los honores la Medalla de Andalucía, en Extremadura Ibarra le daba una tremenda patada en el culo que todavía le escuece.

Y es que en este país de insulsos a algunos cuando escuchan un título nobiliario se les hace el culito Pepsicola y enseguida les falta tiempo para agachar la cabeza en actitud servil. Para la duquesa de Alba actual solo se me ocurren adjetivos como rentista, señora cortijera o absentista. Y estos son los más suaves. Me avergüenza que se le diera un reconocimiento por "conservar el patrimonio". O sea, por no hacer nada. Y eso que esta veleidad de matrimonio casi in articulo mortis era una amenaza y al parecer intervino el Rey ante el desatino.

Cuando veo a sus hijos Eugenia y Cayetano en la televisión en saraos nocturnos o protagonizado airadas salidas de casas de lenocinio me doy cuenta de lo mala que es la indolencia y la inactividad. Lo único que me alegra es que en Extremadura se haya sabido tratar con rigor a esta señora de la que --a sus 82 años y casi en silla de ruedas-- se dice en la tele que mantiene conversaciones telefónicas subidas de tono con su amante. Y es que los varias veces grandes de España también lo son en líbido. Refrán: Ay, Cayetana, a la vejez me saliste tarambana .