Una ilusión le llevó de Quito a Canadá y de Canadá a Estados Unidos ante de recalar en la plaza de toros de Badajoz. Nunca pensó Sebastián Román que haría tantos kilómetros y trabajaría tan duramente hasta pisar el albero.

"El toreo empezó a gustarme cuando era un niño, aunque en mi familia no hay nadie relacionado con este mundo. Mi abuelo tenía un cortapapeles en forma de estoque, que yo utilizaba para jugar y recuerdo que estropeé más de una silla tratando de ponerle banderillas", recuerda con cariño este joven ecuatoriano, de 21 años, que llegó hace un mes a Badajoz para formarse como torero en la Escuela de Tauromaquia de la Diputación de Badajoz. Pasa sus vacaciones de estudiante de ingeniería civil, titulación que cursa en Canadá, aferrado a la muleta y el capote a las órdenes de Luis Reina y Antoñete, sus maestros. Sebastián ve un poco más cerca su sueño: ser torero.

Aunque no llegó a planteárselo en serio, al verlo como algo lejano, casi una utopía, no cesó en su empeño por conseguirlo.

En uno de sus viajes a su Quito natal con motivo de las fiestas patronales, el destino le situaría casualmente frente a Luis Reina, director artístico de la escuela taurina pacense, al que su tío había conocido en las fiestas de Jesús del Gran Poder y al que le comentaría la ilusión de su sobrino por ser torero. Reina quedó en recibirlo en la escuela. Ese fue el comienzo en su periplo hasta Extremadura, donde no sólo ha encontrado el calor de nuevos amigos sino unas temperaturas demasiado elevadas, comparadas con Canadá, donde "lo peor es el frío, en Canadá los termómetros marcan igual que en Badajoz, 40 grados, sólo que allí son bajo cero", bromea.

El camino hasta Badajoz no ha sido fácil. El verano pasado, durante sus vacaciones, tuvo que trabajar duro, vendiendo alarmas a domicilio en Estados Unidos. El trabajo se hacía pesado y poco gratificante, pues sólo le pagaban por alarma vendida, sin embargo anotó en un papel: "quiero conseguir dinero para marcharme a España a torear". Cada vez que su ánimo decaía leía el papel, hasta que logró su objetivo.

Apenas lleva un mes en Badajoz, y dice que ha sido acogido como un pacense más. En la escuela ha hecho amigos, hace unos días El Fini , un compañero, le dedicó un novillo, aunque reconoce que añora a su familia.

Cada día acude al coso pacense para aprender y aprovechar al máximo el mes que le queda en Badajoz, pues a finales de agosto regresará a Canadá para terminar sus estudios, aunque tiene claro, que una vez licenciado, regresará para continuar su formación taurina y ver un día las puertas de las plazas de toros abiertas para él, como la de Quito, donde espera tomar la alternativa "de la mano de mi ídolo José Tomás, y con Morante de la Puebla, como testigo".