A las 4.26 horas de la madrugada de ayer, hora española, un misil especialmente modificado fue disparado por el USS Lake Erie desde el noroeste de Hawái y, poco después, impactó a 246 kilómetros de la Tierra, en el espacio, contra el satélite espía estadounidense a la deriva. La operación fue considerada todo un éxito por el Pentágono, que se mostró confiando "en un 90%" de que el misil destruyó el principal objetivo: el tanque de combustible del satélite, en el que había alrededor de 500 kilos del carburante tóxico hidracina.

Aún es pronto, declaró James E. Cartwright, vicejefe del Estado Mayor, para afirmar con rotundidad que el tanque del combustible fue destruido. El Ejército estadounidense explicó que, a causa de la relativa baja altitud del satélite cuando se produjo el impacto, los restos del ingenio empezaron a entrar en la atmósfera casi de inmediato, de forma que en dos días ya no tendría que haber más en el espacio. El Pentágono confía en que la mayoría de los fragmentos se carbonicen en la atmósfera. Si no es así, EEUU ha preparado un equipo de recuperación en los océanos Pacífico y Atlántico.

CHINA PIDE INFORMACION La operación ha implicado un gran esfuerzo tecnológico, ya que es la primera vez que se usa un misil de este tipo para un misión espacial. Por eso, el jefe del Estado Mayor trataba de nuevo de ahuyentar las suspicacias de que EEUU haya efectuado un ensayo militar encubierto o que haya querido enviar un mensaje de poderío militar a países como Rusia y China. "Hemos informado a otros gobiernos de nuestras intenciones. Hemos sido muy transparentes", insistió Mullen.

No opina lo mismo China. "Hemos pedido que EEUU cumpla con sus obligaciones internacionales e informe rápidamente", se limitó a decir el portavoz de Exteriores. En los asuntos internacionales sensibles, China opta por la calma diplomática y lleva sus críticas a la prensa. Ayer, el Diario del Pueblo hablaba de hipocresía y doble rasero. "EEUU, la principal potencia espacial mundial, ha criticado en ocasiones a otros países por desarrollar tecnología espacial para uso militar, pero a la hora de responder a la propuesta chino-rusa de restringir el armamento en el espacio, se separa de lo que decía amar", se podía leer.

Rusia, China y la ONU son partidarias de un tratado para desmilitarizar el espacio, pero EEUU suele proponer ideas más etéreas, como "construir una relación de confianza mutua". Y es que el capítulo actual del satélite espía es un calco de la polémica del año pasado, con los papeles cambiados.