Han tenido que pasar 22 largos años para que uno de los países que se enorgullece de ser una de las principales democracias del mundo haya decidido levantar las restricciones de entrada a su territorio a las personas enfermas de sida. La Administración de Barack Obama, que desde que llegó al poder hace casi un año dice querer encabezar la lucha contra la enfermedad, hizo el anuncio el pasado 2 de noviembre, y ayer el nuevo reglamento entró en vigor.

Desde 1987, año en que empezaron las restricciones, los portadores del virus podían recibir un permiso de 30 días para visitar Estados Unidos, aunque en la práctica las limitaciones hacían que fuera muy difícil que individuos con el HIV pudieran estudiar o trabajar en el país. La infección por VIH figuraba en la lista de enfermedades que el Departamento de Estado obligaba a comunicar a todas aquellas personas que quisieran solicitar un visado de entrada.

A partir de ahora tampoco será necesario someterse a pruebas médicas antes de viajar al país, tal como ocurría antes, cuando los seropositivos necesitaban una autorización especial del Departamento de Salud.

EL PODER DEL MIEDO Obama consideraba "incompatible" el liderazgo de Washington en la lucha contra el sida con restricciones de este tipo que, según afirmó el presidente estadounidense en otoño pasado, fueron impuestas a causa del miedo, más que por un motivo real de preocupación. El nuevo reglamento llega dos años antes de que Washington se convierta en el epicentro de la lucha contra el sida en el mundo cuando acoja en el 2012 la sede de la cumbre bianual sobre la enfermedad.

El levantamiento de las restricciones de entrada en el país a los enfermos de sida fue recibido con beneplácito por el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, quien además de celebrar el paso dado por Washington en una breve declaración, hizo un llamamiento al resto de países que todavía incluyen en sus legislaciones este tipo de prácticas que tildó de "discriminatorias" a que adopten las medidas necesarias que hagan posible dejarlas sin efecto "lo antes posible".

Más contundente fue el director general de Programa Conjunto de Naciones Unidas sobre VIH/SIDA, Michel Sidibe, para quien el cambio supone una importante victoria de los derechos humanos, sobre todo si se tiene en cuenta la alta movilidad que impera hoy en el mundo. Por ello, confió en que otros países sigan el ejemplo de Estados Unidos y eliminen las restricciones para que haya libertad global de movimiento para todos los enfermos de sida.

LLEGA TARDE Las organizaciones de derechos humanos y activistas contra la discriminación hacia las personas seropositivas se unieron ayer a las celebraciones y recibieron con júbilo el paso al frente dado por la Administración Obama, aunque en algunos de sus mensajes no escondían su tristeza por el hecho de que el nuevo reglamento haya llegado tan tarde. "Finalmente se cierra un triste capítulo de la actitud de EEUU frente a las personas con HIV", afirmó Joe Salmonese, presidente de Human Rights Watch.