Mientras parte de la flota española va camino de Irak, las unidades del Ejército de Tierra que dan apoyo logístico a los voluntarios hacen la maletas en Galicia pese a que aún queda chapapote por limpiar. Los marineros de Muxía (A Coruña) se despertaron ayer con la desagradable noticia de que los militares estaban empezando a recoger las cocinas, mesas y otros equipos de campaña que durante meses han servido para asistir a los voluntarios.

Los responsables de la cofradía de pescadores de la localidad, la más perjudicada por el vertido del Prestige, se enteraron luego de que la orden de retirada entrará en vigor pasado mañana y que afecta también al resto de poblaciones de la Costa de la Muerte. Anoche obtuvieron para su población un compromiso verbal de que los soldados no se marcharán hasta pasada la Semana Santa.

Quedan meses para que esto vuelva a estar limpio y no tiene ningún sentido que desmonten una infraestructura que tanto costó de organizar y que funciona perfectamente", explicó Josep Figueres, uno de los voluntarios que coordina el operativo de Muxía.

El Ejército ha ido reduciendo paulatinamente su participación en las tareas de limpieza, pero aún mantiene un contingente de unos mil hombres desplegados por la costa afectada. Especialmente necesarios se consideran, sin embargo, los equipos que prestan apoyo logístico a los voluntarios.