“Es un verdadero depredador sexual”. Así de contundente ha definido este miércoles la fiscala Concha Talón a Francisco Javier Corbacho Méndez, acusado de cinco agresiones sexuales en el barrio barcelonés del Eixample en el 2004, 2015 y 2016. En la última sesión del juicio que se ha celebrado en la Audiencia de Barcelona, el procesado, que se enfrenta a una pena de 90 años de cárcel, ha declarado que no recordaba haber cometido tres violaciones y que las otras dos agresiones sexuales que se le imputa fueron relaciones consentidas por las mujeres a las que abordó en el portal de su domicilio. Las pruebas del ADN le incriminan.

Corbacho se ha negado contestar a las preguntas de la fiscalía y de las acusaciones particulares y sólo ha respondido a su abogado. El acusado ha admitido que empezó a consumir cocaína a los 18 años (ahora tiene 42 años) y que cuando fue detenido por las violaciones, en febrero del 2016, no tenía la intención de asaltar a otra mujer, sino que pretendía entrar en el portal de su casa para drogarse. Los policías que le vigilaban han asegurado en la vista que, a su entender, el procesado seguí a la joven con el propósito de atacarle.

La defensa ha ido preguntándole a Corbacho por cada una de las presuntas violaciones que las acusaciones le atribuyen. Sobre tres de ellas ha afirmando: “No recuerdo haber hecho nada de eso”. Incluso, en la primera, que data del 2004, ha detallado que en ese momento trabajaba fuera de Barcelona. En referencia a las otras dos supuestas agresiones sexuales, el acusado ha asegurado que fueron relaciones “consentidas” por las mujeres a las que abordó. Según su versión, ni las amenazó con ningún objeto, ni les obligó a que le hicieran una felación. En uno de los casos hubo, además, penetración anal.

EL DESTORNILLADOR

El procesado ha explicado que en uno de los casos, ocurrido en octubre del 2015, conoció a la chica en un bar, que la acompañó hasta el edificio donde residía y que mantuvo relaciones sexuales en portal del bloque porque ella le dijo que vivía con una amiga. La fiscalía sostiene, en cambio, que Corbacho amenazó con un destornillador a la mujer y la obligó a hacerle una felación.

El acusado ha mantenido también la versión del consentimiento por parte de la denunciante en un asalto ocurrido en enero del 2016. Ha reconocido que antes del suceso había consumido cocaína y que se acercó a la mujer para robarle. “Necesitaba más dinero para consumir”, ha declarado. En el portal, le dijo a la muchacha, según su versión, que le de el dinero y ella le entrega 10 euros. “Después le propongo que me haga una felación. Ella se lo piensa y me dice que sí si le devuelvo el dinero. Y me la hace”, ha manifestado. Después, ha incidido se intercambiaron besos, él le dice que se de la vuelta y la penetra. “En todo momento fue consentido”, ha insistido.

La fiscala Concha Talón no se ha creído ni una sola palabra y, en su informe final, ha ido detallando las pruebas existentes contra el procesado. Tanto en los escenarios dónde sucedieron las presuntas agresiones (en las porterías de los edificios) como en la ropa de algunas de las víctimas, los investigadores encontraron restos de semen. Al hacer la prueba genética del ADN se comprobó que pertenecía al acusado. Las denunciantes han sufrido o sufren trastornos psicológicos y la acusación ha reclamado para ellas una indemnización. La fiscalía, además, ha aludido que la drogadicción del procesado no “infiere” en su actuación. Es decir, el consumo de cocaína no le exime de nada. “Sólo una condena y el ingreso en prisión evitará que siga cometiendo actos delictivos”, ha sentenciado.