Javier Remedios es artista, cinéfilo, creativo de publicidad, canalla, miembro de la Asociación Rebross... Expone dos obras en la colectiva Ex-POP-Party del Palacio de la Isla y acaba de recibir el premio a la mejor publicación de 2006 por su trabajo al frente de la revista Versión Original.

--La igualdad es ¿una utopía, una aspiración, una perversión del lenguaje o una solemne tontería?

--La igualdad es una utopía, no existe. La independencia es lo que existe. Nunca ha habido igualdad social, ni de sexos, ni de nada.

--¿Cree, como Wilde, que sólo los idiotas no se fían de las apariencias?

--Yo estoy más con Ortega: uno es él y sus circunstancias. Utilizo un símil de lengua para explicar esto y es que todos tenemos muchos complementos circunstanciales; unos son de lugar, otros de modo, otros de tiempo...

--Son la inacción y la discreción los principales defectos de las sociedades endogámicamente provincianas?

--La discreción no es buena ni individual ni socialmente. En Cáceres precisamente se adolece de eso. La gente quiere ser muy discreta y roza la timidez. Creo que es absurdo. Uno tiene que intentar destacar como sea. Hay que atacar, provocar...

--¿Cómo es posible que algo tan intrínsecamente reaccionario como el matrimonio y la familia sean ahora reivindicados por los homosexuales?

--No lo sé, quizá porque está de moda. Incluso los que no queríamos casarnos, nos casamos. Debe ser una meta para ellos.

--Rusell sostenía que la envidia es la base de la democracia.

--Sin duda. El yo por encima de todo es el gran pecado del hombre y no va a cambiar. El egoísmo es el principal problema y la envidia es producto del egoísmo.

-¿El arte tiene que provocar?

--El arte tiene que provocar a los sentidos. Yo siempre me he quedado alucinado con el tema de que no se puedan tocar las esculturas. Las esculturas se deberían de tocar, el césped pisar...No solo vale mirar, sino el tocar, oler, sentir... Algo es más arte cuanto más siente la gente.

--Oriana Fallaci decía que cuando se apuesta por la soledad intelectual uno no debe rendir pleitesía ni a su reputación.

--Los grupos no me gustan. No me gusta agruparme, no me gusta asociarme y no quiero pertenecer a ningún club que me admita como socio. Prefiero ser individualista.