Confiesa que no había escrito nunca antes, pero se ha convertido en un best seller . El éxito ha cogido al escritor Jesús Sánchez Adalid en su parroquia de Alange. La sublime puerta dará paso a otras dos nuevas novelas, una de ellas inspirada en la fundación de Plasencia; la otra en la vida de San Francisco Javier.

--Sacerdote, juez, escritor..

--Sacerdote, sin lugar a dudas.

--¿Son incompatibles?

--No. La literatura y el sacerdocio...¡Dios mío! nos cargaríamos el 70% de la literatura española con Arcipreste de Hita, Arcipreste de Talavera...

--¿Su reino está en los libros o con sus feligreses?

--Indudablemente el de las personas. Ellas antes que nada. La literatura empezó como un hobby que ciertamente me está complicando la vida.

--¿Impartir justicia o predicar?

--¡Difícil!. Fuí juez de Villanueva dos años y maduré mucho porque recibí el nombramiento con 22 años. Quizás me influyó a la hora de determinarme hacia el sacerdocio, que es mi vocación.

--¿Qué historias prefiere contar?

--En las que hay algo personal, la intrahistoria. En mis novelas quien se acerque a ellas buscando sólo historia se equivoca. Huyo de los datos fríos.

--¿Y la mejor que le contaron?

--Pensará, ¡claro, qué va a decir usted!. Sin duda la historia de Cristo es la más hermosa.

--¿Prefiere ser juez o actuar de abogado del diablo?

--No quiero ser ninguna de las dos cosas. De hecho lo dejé, aunque soy abogado colegiado.

--¿Hay que juzgar la historia para escribir una buena novela?

--Una novela tiene poco que ver con esto. A mí la historia me sirve como motivo de inspiración. A los hombres siempre les ha gustado contar el pasado.

--Es usted un apasionado por Oriente, ¿qué habría sido de usted en la España del siglo XVI?

--Es el periodo de la historia que más me gusta y que nos identifica mucho a los españoles, tenemos mucho del siglo XVI. Creo que atesora una sabiduría impresionante.

--Escribe novela histórica o historia novelada.

--Novela histórica. Aunque me gusta ser honesto y no falsear los datos. Pero en mi obra predomina la creación con una fidelidad exhaustiva a lo que es la historia. El literato no tiene derecho a reinventar lo que existe.

--Rompe el estereotipo de escritor con éxito..

--El éxito no debe modificar nunca la vida. En el momento en el que se modificara mi vida -y ya lucho porque no se modifique- estaría renegando.