--Escritor, editor, responsable de diversos negocios agrícolas y ganaderos, tertuliano... ¿Le queda tiempo para respirar?

--Bueno, básicamente soy editor.

--¿Vive mejor y más feliz que cuando era ministro?

--La vida política te da más vértigo porque tienes una enorme responsabilidad. Te equivocas en una ley y perjudicas a mucha gente.

--¿Quién tiene más ego, los escritores o los políticos?

--Es un ego distinto. Más bien es cuestión de sensibilidad. El político, para llegar alto, tiene que haber superado muchas críticas y estar endurecido. Sin embargo, los escritores son muy sensibles a las críticas.

--¿Hay que vivir grandes aventuras para escribir, o alguien con una existencia gris puede ser un excepcional novelista?

--No hay vidas grises. A veces, incluso es más emocionante la vida de la persona anónima. En mi caso, yo respondo a un perfil común de gente que quería ser escritor de pequeño, pero pasaban los años y no me decidía. Cuando escribí mi primera novela ya era cuarentón.

--¿Escribe en un despacho y con horario o es bohemio y anota en servilletas de papel cuando le llega la inspiración?

--Bueno, yo llevo un cuadernillo y a veces tomo notas. Pero soy disciplinado y escribo todos los días. Antes lo hacía por la noche y ahora me levanto por la mañana muy temprano y escribo un par de horas.

--Hablemos del libro que acaba de publicar, Cómo funciona la moderna indústria editorial (Berenice). ¿Tenía ganas de contar las alegrías y los desvelos de los editores ?

--La editorial Berenice me planteó plasmar en un libro los secretos de la mecánica editorial. Hay muchos libros sobre el autor y la parte hermosa del mundo de la escritura, pero no del funcionamiento interno que tienen las editoriales.

--Desde hace décadas los expertos se preguntan por la supervivencia del libro, pero usted es muy optimista y opina que el libro ni está muerto ni se va a morir.

--¡Claro que no se va a morir! La gente utiliza mucho internet y las nuevas tecnologías, pero cuando se quieren emocionar cogen una novela o un ensayo y se sientan en el sofá. O se tumban en la playa, o entran en una cafetería... Es algo que produce un placer que jamás dará lo digital. El que quiere placer sigue yendo a un libro. El potencial de internet es el pleistoceno comprado con el potencial tecnológico del libro, que es el invento más perfecto que existe.

--Pero la gente lee poco

--Se lee más que antes. A medida que avanza el nivel cultural y adquisitivo, la gente lee más.