El minuto de silencio en memoria de las víctimas del Holocausto fue el momento emocionante de la 27 edición de los Premios Príncipes de Asturias, ayer, en Oviedo. Los directores del Museo de la Memoria del Holocausto (Yad Vashem) de Jerusalén y los 10 supervivientes del horror nazi presentes en el Teatro Campoamor le dieron intensidad a una ceremonia que se quedó sin la dimensión mítica de Bob Dylan, de concierto en Omaha (Nebraska), y que tuvo en el elocuente Al Gore la voz de la conciencia medioambiental.

El discurso del escritor israelí Amos Oz, Príncipe de Asturias de las Letras, fue breve, bello y suavemente político. Lo tituló La mujer de la ventana y fue una invitación a vencer las diferencias a través del conocimiento. Anunció en castellano que traía "un mensaje de paz desde un país sediento de paz", para animar en hebreo a la lectura de novelas, porque "la literatura es un puente entre los pueblos". Dijo Oz que "imaginar al prójimo es una forma de inmunizarse contra el fanatismo" y admitió que árabes e israelís han sido "incapaces" de imaginarse unos a otros. "Demasiada hostilidad y poca curiosidad entre nosotros", aseguró. El autor de Mi querido Mijael pidió a Europa "empatía y comprensión", y sugirió no caer en la tentación de escoger entre Israel o Palestina. "Deben elegir la paz".

CONSUELO FRENTE AL HORROR La lengua de la Biblia, que es también la de los profetas, el hebreo, volvió a ser utilizada por el director del Museo del Holocausto, Avner Shaley, que intentó rescatar la individualidad de la fría cifra de los seis millones de víctimas, recordando a amigos y parientes con nombres propios. "Seis millones es una cifra inconcebible --dijo--, pero solo hay una manera de hacerla concebible: pensar en mis familiares". Para Avner, el único consuelo frente al horror del aniquilamiento es la asunción de la responsabilidad histórica: "Formar a la gente para que el Holocausto sea una enseñanza".

Que estamos desgarrando el sentido de la vida fue la principal advertencia sostenida por el exvicepresidente de EEUU Al Gore, en lo que muy bien podría ser el borrador del discurso que el político dictará cuando reciba el Premio Nobel de la Paz el próximo 10 de diciembre. El presidente de la Alianza para la Defensa del Clima trazó un puente entre la ignorancia de la verdad del Holocausto y la ignorancia de los hombres frente a la colisión contra la salud del planeta.

"Los científicos intentan elevar nuestra conciencia ecológica, así que depende de nosotros decidir lo que vamos a hacer en el futuro", aconsejó, y animó establecer un consenso con ellos para "encontrar la valentía moral de actuar para salvar el equilibrio ecológico" y dejar ese patrimonio a las generaciones futuras. Como buen político, Gore aprovechó la cita de esa valentía para recordar la del Rey de España, a quien definió como "revolucionario" en la defensa de la democracia.

Felipe de Borbón tuvo elogios para los premiados, hombres y mujeres, dijo, capaces de "despertar conocimientos y sueños en los otros". El Príncipe utilizó la diversidad cultural, geográfica y de creencias de los premiados para ensalzar las virtudes de convivir en la diversidad. Algo que los españoles, recordó, se propusieron para el país hace 30 años y que él se compromete a proseguir cimentando "en torno a los principios y valores de la Constitución, sabia guía de nuestra convivencia". El heredero dijo que los premios representan la "lucha por los derechos fundamentales de la vida y la dignidad de las personas".

Asimismo, además de Bob Dylan, Al Gore, el Museo del Holocausto y Amos Oz, también fueron galardonados el piloto Michael Schumacher, los semanarios Science y Nature , los científicos G. Morata y P. Lawrence y Ralf Dahrendorf.