El segundo encierro de los Sanfermines 2007 resultó hoy emocionante y peligroso, al parecer con, al menos, dos heridos por asta, por la aglomeración de corredores y por un toro rezagado que en el último tramo del recorrido embistió reiteradas veces a cuantos mozos encontró en su camino.

Con toros de la ganadería sevillana de Miura, tradicionales en Sanfermines y desde hace unos años habituales en el domingo de fiestas por su comportamiento, caracterizado por correr hermanados y desentenderse de los mozos, el encierro comenzó a las 08.00 de la mañana desde los corrales de Santo Domingo y se prolongó durante algo más de 3 minutos y medio.

La manada, que salió agrupada de los corrales con los cabestros encabezando la marcha y un toro negro cerrando el grupo, pronto comenzó a estirarse, aunque en los primeros metros con una carrera limpia que no creó problemas en el encuentro con los mozos, si bien su numerosa afluencia provocó un pequeño montón a la llegada a la plaza consistorial que los bureles pasaron por encima.

Este tramo lo cruzaron sin problemas, aunque se repitieron las caídas, y ya en Mercaderes, un toro negro se situó a la cabeza de la manada, y uno de sus hermanos poco antes de la curva de acceso a la Estafeta enganchó a un corredor y lo empotró contra el vallado.

El resto de la manada salvó esta curva sin dificultad, como en la mayoría de los encierros desde hace tres años en que se utiliza un líquido antideslizante para evitar resbalones.

En la calle Estafeta, con el grupo bastante estirado, hubo bonitas carreras y, pese a las numerosas caídas de corredores por la velocidad que imprimieron los miuras, el encierro resultó limpio.

El tramo de Telefónica vivió hoy los momentos más peligrosos al caer un morlaco al suelo, con el que chocó el último de la manada, para quedarse ya rezagado hasta el final del encierro.

Allí este miura fue contra el vallado en reiteradas ocasiones, se volvió hacia atrás arremetiendo contra grupos de mozos que se encontraban a su espalda tratando de embestir a cualquiera, entre ellos a un pastor que con su vara le intentaba conducir hacia la plaza y que pasó apuros al caer ante la cara del animal.

Finalmente fue librado por sus compañeros, mientras agentes de la Policía Foral ayudaban a ponerse a resguardo tras el vallado a varios mozos.

Para este momento el resto de la manada se encontraba ya en chiqueros, hacia donde los dobladores y pastores condujeron al miura rezagado, a pesar de la imprudencia de un individuo que citaba al animal y pretendía retenerlo en el coso.