Pronunciarse sobre los temas de candente actualidad durante la semana, supone un ejercicio de reflexión, no exento de ciertas dosis de atrevimiento, diríamos, incluso ideológico.

Las muertes de ciclistas con la exigencia al Gobierno de que endurezca la legislación que regula la circulación. El atentado de Manchester, que de nuevo tocó a la civilizada Europa (sustrayéndonos una vez más a los desastres en Egipto, África, sudeste asiático…). La necesidad de implementar medidas que aumenten la importancia de la presencia femenina en la cooperación internacional (por cierto extraordinarias Jornadas sobre género y cooperación las que se han desarrollado en Mérida). Son una selección de algunas de las noticias relevantes que hemos podido vivir estos últimos días.

Y claro, puede parecer obvio el análisis objetivo de cada una de ellas. Pero aquí también, lamentablemente, nos encontramos diferencias partidistas.

No es menos cierto que cada uno podemos tener un enfoque diferente de la realidad que nos rodea. Sin embargo, basta que la crítica hacia la inacción, la sugerencia de apostar por medidas que enriquezcan las políticas realizadas o, simplemente el poner el acento en aquellas cuestiones que pueden reforzar debilidades, posibilita que, otra vez, se produzcan desencuentros.

Por otra parte, parece inaudito que cuando la mayoría reconoce un hecho, un trabajo bien realizado y un clamor, a modo de aplausos o de gente puesta en pie, nos inunda, alguien permanezca sentado. Inamovible. Ausente. Es síntoma de desconexión con la realidad que nos rodea o es enconamiento.

Algo parecido le pasa al Partido Popular cuando desde la izquierda se le señalan algunas de sus flaquezas. Prefiere, en lugar de responder, actuar a la contra. Es decir, hace como Paco El Pocero cuando insinuaba aquello de «como si no hubiera Península para grabar», con el objeto de que lo dejaran en paz.

Por eso, creo que todo lo analizable es cuestión de empaque. De distinción o elegancia a la hora de poner en pie tus principios. De solidez en tus valores. En definitiva, de asunción de que te vuelcas en hacer lo que mejor sabes.