Como el 1 de mayo de 1931, las luces del Empire State tiñeron ayer su cúspide de blanco. Celebraban así el 75 cumpleaños de un emblemático edificio que estos días vive un extenso proceso de renovación con el que se le intenta devolver parte de su pasada gloria. Con sus 422 metros de altura (con la antena incluida), su observatorio y sus 1.860 escalones, el Empire State sigue siendo un poderoso imán para los turistas. Sin embargo, no lo es tanto en el competitivo mercado inmobiliario neoyorquino y el 17% de su espacio de oficinas está hoy vacío (un 11% más que la media de alquileres en la zona del centro de Manhattan).

En la crisis del Empire influyó la general del mercado inmobiliario tras los atentados del 11 de septiembre del 2001, que tan trágicamente le devolvieron la condición de edificio más alto de Nueva York. Pero también ha influido una disputa entre el grupo propietario, Wien & Malkin, y la compañía que se encarga de alquilar y publicitar el espacio comercial, Helmsley-Spear, un enfrentamiento en el que se cruzan acusaciones de mala gestión y que no es la mejor publicidad para buscar nuevos inquilinos.

Para intentar contrarrestar los problemas, se acometen estos días las obras de remodelación, en las que se han invertido cerca de 60 millones de euros, y que incluyen trabajos en los ascensores, las ventanas y la seguridad.

ICONO Son nuevos puntos de venta para un edificio que unos consideran caduco pero que, para otros muchos, mantiene su caché. La lucha por atraer más inquilinos es la última batalla de este edificio icónico alzado durante la Gran Depresión y que también en sus primeros años tuvo problemas para alquilar su espacio, granjeándose entonces el apodo de Empty (vacío) State Building. Ahora, una de sus ventajas es que los precios de alquiler, según los datos de la firma inmobiliaria CoStar, son hasta un 16% más bajos que en otros edificios de la misma zona.