Una imagen cuidada, la misma imagen que siempre muestra: jersey de angora color crudo, con la apariencia de recién estrenado, a la caja, pañuelo estampado en turquesa anudado al cuello, pantalón gris marengo de pinzas y bastón con la empuñadura de plata. Movimientos lentos y la misma voz serena que lo caracteriza, quizá algo apagada por el catarro que dijo haber contraído, y sobre todo, sentido del humor.

El escritor Antonio Gala estuvo ayer en Badajoz, para abrir en el teatro López de Ayala el ciclo de conferencias organizado Caja de Badajoz. Gala disertó sobre El mito de la libertad y, antes de dirigirse al teatro, recibió a los periodistas en el hotel donde se alojó.

El escritor habló de la libertad. "Es algo que no se da, que no se otorga --dijo--, es un trabajo costosísimo que nos deja extraordinariamente solos y desvalidos, pero que verdaderamente nos hace individuos concretos. No hay libertades, hay una libertad grande". Según Gala la libertad es enemiga del poder, como también lo es de la religión. El autor de Inés desabrochada , su última obra de teatro, ha reflexionado en sus obras sobre la pasión por la libertad y el temor que todo el mundo tiende a alcanzarla; "por eso es angustiosa".

En un análisis somero de la actualidad que lo rodea, Antonio Gala dijo que "en España está faltando cada vez más libertad. Nos estamos acercando a esa cosa que Aznar admira tanto y que se llama Estados Unidos. En Estados Unidos sí que está faltando de una manera radical la libertad. Aquí hay libertades que se están coartando. Libertades. La libertad no se puede arrebatar, porque la llevamos dentro de nosotros mismos". Según el popular escritor, "hay mucho miedo a la libertad. Ser libre es como vivir a la intemperie".

Gala se siente escritor, aunque reconoce que "fundamentalmente soy poeta. La poesía está en todo lo que escribo". En este contexto, el escritor recordó que cuando Julio Anguita era alcalde de Córdoba, decidió cambiar la avenida del 18 de julio por la del poeta Antonio Gala, sin su permiso. Anguita se decantó por su labor de poeta.

Durante su estancia en Badajoz, el escritor demostró conocer la ciudad, al menos algunos detalles que la caracterizan. Destacó que en el nombre de las calles aparezca debajo un dato biográfico y, con humor, se refirió a que en la plaza de San José ponga ´Siglo I. Padre putativo´ una anécdota que, según dijo, cuenta fuera y nadie se cree.

EN BADAJOZ

El escritor recordó, con satisfacción, que en Badajoz se estrenó "de una manera sorprendente" en 1972 una comedia que luego fue Premio Nacional de Literatura, Los buenos días perdidos , justo en el teatro López de Ayala, uno de los grandes éxitos de su carrera teatral. Entre el elenco de protagonistas estaba un joven Juan Luis Galiardo, quien sorprendentemente interpretó un papel como nunca lo había ensayado, de forma exagerada, para enfado del director. Gala contaba ayer que Galiardo quiso sorprender a sus amigos entre el público; "pero Juan Luis Galiardo ha cambiado radicalmente y ahora es un actorazo".

Antonio Gala no conocía, sin embargo, que Manuel Martínez Mediero tiene publicada una obra bajo el título Esta noche cenamos con Antonio Gala , donde el dramaturgo pacense lo define como una "gloria nacional". "De ninguna manera --remató Gala-- , me siento una gloria internacional", bromeó y añadió: "No me siento ninguna gloria, entre otros motivos porque la gloria es una cosa póstuma. Ahora se tiende a confundir la gloria con la fama y la fama es la calderilla de la gloria. Yo aspiro a no morir a través de lo que escribo".