Terminó La feria con el mismo tinte triunfal que comenzó. Una muy manejable corrida de Arucci para rejones permitió que los cuatro rejoneadores divirtieran al público, y si no cortaron más orejas fue porque con los aceros de matar no anduvieron finos. El encierro del ganadero onubense pecó, en ocasiones de cierta sosería, pero otros, como primero y sexto resultaron muy colaboradores.

Leonardo Hernández se encontró con el ejemplar más bravo de la tarde. Transmitió el novillo y lo llevó con vibración el caballero toreándolo a dos pistas. Después, con Chispa , un caballo de mucho carácter en la cara de los toros, mantuvo alto el nivel, pero le costó morir al astado, después de tres rejones de muerte y tuvo que descabellar, lo que enfrió a los espectadores. Rui Fernández se lució con Fado en la corta distancia. Llegó mucho al novillo y encandiló al respetable por la expresividad del caballo, muy torero en los cites y valiente en las reuniones.

Andy Cartagena puso todo de su parte con un animal soso. La espectacularidad del rejoneador suplió las carencias del novillo y fue capaz de arrancarle las dos orejas a uno de los novillos que menos ayudó de la tarde. Alvaro Montes por su parte estuvo en un tono menor. Realizó una faena que no tuvo mucho calado en los tendidos, pero al menos le valió para llevarse un apéndice de un público que a esas alturas ya estaba contagiado del triunfalismo. Por colleras, la formada por Hernández y Fernández mezcló la espectacularidad del portugués y la sobriedad del español y formaron un buen tandem. Mientras que Cartagena y Montes derrocharon alegría y frescura, pero estuvieron mal con los rejones de muerte, lo que les hizo perder las dos orejas que tenían ganadas. Fue otra tarde de múltiple puerta grande.