Una mujer y sus dos hijas aparecieron ayer muertas a tiros en su domicilio de la calle de Morlán, en Palma de Mallorca. El compañero sentimental de la mujer, Pablo Riquelme, fue quien, a primera hora de la tarde, encontró los cadáveres. El hombre, exagente de policía, fue detenido posteriormente, cuando se comprobó que la pistola con la que se efectuaron los disparos es de su propiedad. Los investigadores de la tragedia se planteaban anoche dos hipótesis principales: que la madre matase a las niñas y que luego se suicidase o, por el contrario, que el triple asesinato pudiese ser obra del novio de la mujer.

Ligia García tenía 35 años y era de origen suramericano, aunque la policía no precisó de qué país. Sus dos hijas, Carolina y Samantha, tenían 10 y 8 años. La mujer llevaba viviendo en Palma varios años y trabajaba como comercial. Desde hace unos dos años, había iniciado una relación sentimental con Pablo Riquelme, un exagente de policía que en la actualidad posee un negocio de lavacoches en propiedad en Son Espanyolet.

HORAS DE INTERROGATORIO Los hechos se produjeron, según todas las hipótesis, el jueves al mediodía, aunque ningún vecino de la mujer escuchó disparos o alguna discusión entre Ligia y Pablo. Veinticuatro horas después del suceso, el hombre llegó a la casa de su compañera sentimental y halló los tres cadáveres en distintas habitaciones.

Minutos más tarde, Pablo Riquelme llamó al Cuerpo Nacional de Policía para denunciar los hechos. Fue interrogado durante varias horas y anoche todavía se encontraba detenido en las dependencias policiales a la espera de que el juez que instruye el caso adoptase alguna resolución.

La investigación confirmó que las tres muertes fueron provocadas por el arma reglamentaria del exagente, que fue encontrada en el domicilio de la mujer. Se da la circunstancia de que Riquelme no pernoctó en la casa, ya que el jueves por la noche se encontraba en una finca que posee en el municipio de Sencelles.

Riquelme pasó la noche junto a sus dos hijas, fruto de una antigua relación, que se habían trasladado a la isla para pasar unos días con su padre ya que habitualmente residen en Murcia.

Al parecer, según explicaron algunos vecinos, la pareja se había trasladado hacía pocas semanas a vivir ese piso, aunque el exagente es una persona muy conocida en el barrio al ser el dueño del negocio de lavacoches. "Nadie ha oído nada, ni un disparo ni una discusión. Todo esto es muy extraño", dijo un vecino, muy afectado.