´FEMME FATALE´

DIRECTOR: Brian De Palma. INTERPRETES: Rebecca Romijn-Stamos, Antonio Banderas, Peter Coyote. SALAS: Cáceres, Badajoz

El cine de Brian de Palma ha resultado siempre atractivo, más allá de que ha logrado pocos filmes de verdadera calidad y de que no hay más remedio que criticar su inevitable tendencia al plagio (de Hitchcock, preferentemente). La intriga es el motor de esta Femme Fatale aunque su resultado final constituye más una parábola simplista pero simpática sobre la bondad, la maldad y el destino. La extraordinaria belleza de su protagonista absoluta, Rebeca Romjin-Stamos, es un atractivo para acudir al cine que no hay que desdeñar en absoluto.

SENTIDO EROTICO

En este aspecto, merece la pena destacar el sentido cinematográfico de lo erótico que posee este cineasta tramposo pero visualmente brillante y que convierte este filme en un cúmulo de escenas eficaces desde este punto de vista, bien rodadas, con gusto y elegancia, integradas en la trama con audacia. Buena prueba de la especial sensibilidad del director para rodar escenas de alto contenido erótico es el strip-stease que Lily (Rebeca) le dedica a un desconocido para poner celoso al paparazzi (interpretado por Antonio Banderas), que prendado de sus encantos trata por todos los medios de desvelar el pasado oculto y misterioso de la protagonista.

La intriga, el otro puntal sobre el que se asienta esta interesante película, comienza con una primera escena excelente, en la que Laure Ash (Rebeca, que interpreta doble papel) engaña a sus compañeros de robo y huye con los diamantes que eran objeto del golpe. La melodía, que evoca al famoso Bolero de Maurice Ravel, el magnífico montaje, el sentido del ritmo impecable y el acierto en el intercalado de las acciones paralelas consiguen que la primera media hora de película transcurra en un suspiro.

GIROS INESPERADOS

A partir de ese momento comienza una historia de suplantación de personalidad que complica la trama y posee un interés más bien relativo, si bien es cierto que De Palma es suficientemente hábil como para, al más puro estilo Hitchcock aunque trampeando más que él y sobre todo más burdamente, lograr mantener nuestra atención.

Pero media hora antes del final se produce la gran trampa, un giro inesperado a la historia con el despertar de un sueño, que da paso a una moraleja un tanto irónica que juega con la idea de que la bondad o la maldad acaban por volver a uno gracias, o a pesar, de un destino caprichoso.