San Petesburgo, la ciudad a la que su fundador --el zar Pedro el Grande-- se refirió como "la ventana a Europa", les despidió el viernes con unas temperaturas agradables, un cielo limpísimo y el regusto de que estas también iban a ser unas vacaciones inolvidables. Moscú, su siguiente destino estival, también contribuirá a que así sea, otro viaje imborrable, aunque de forma muy diferentes. "Tuvimos que sobrevolar durante más de una hora el aeropuerto antes de que el humo permitiese al piloto tener suficiente visibilidad para aterrizar", relata Juan Manuel Cardoso, periodista extremeño que soñaba con descubrir este verano los encantos de la capital rusa y que hoy padece, como turista, las molestias de la cortina de humo y calor que tiene en alerta a la ciudad moscovita.

Mientras recorre a pie la admirada Plaza Roja, Juan Manuel lucha por identificar a su alrededor los edificios que le rodean y que tantas veces ha visto en fotografías. "No se ve prácticamente nada. Estoy a apenas 20 pasos de distancia y casi no distingo el Mausoleo de Lenin", explica con pausa, para que el retardo no influya en la comunicación telefónica y sus pulmones tengan tiempo para atrapar el oxígeno de una atmósfera tomada por el humo. Una suave capa de ceniza cubre el mobiliario urbano y los vehículos que llevan varios días estacionados en el mismo lugar. Pese a las molestias, el centro de Moscú es un hervidero. "Hay mucha gente en la calle aunque la sensación es de muchísimo calor, como si hiciese más de 40 grados".

Juan Manuel no está solo. Le acompaña su esposa, Granada, y viajan con un grupo de 35 españoles. "Cuando sales del hotel la neblina se mete en los ojos y la garganta. Los pañuelos no son suficiente. Todo el mundo va con mascarilla. He visto a gente incluso con máscaras antigás", continúa detallando. Esa es una de las cosas que más llama la atención. Tras la recomendación de las autoridades rusas de utilizar mascarillas e ingerir mucho agua, las primeras están totalmente agotadas en las farmacias "y hay quien está haciendo negocio, porque te las van vendiendo por la calle".

De momento, esta pareja de extremeños se muestra tranquila y confía en poder acabar sus vacaciones en la ciudad, donde tienen previsto permanecer hasta el miércoles. La embajada de España solo les ha recomendado "estar hidratados y usar máscaras". Y ellos esperan un cambio en la dirección del viento que ventile el cielo de Moscú. "Sabemos que tras la cortina de humo está el sol, pero no se ve. Anoche tampoco se distinguían los fuegos artificiales. Se parece mucho a una densa niebla de invierno, pero ésta irrita la garganta, provoca picor en los ojos y está acompañada de un calor asfixiante", describe Juan Manuel, camino de su hotel, "el mejor sitio donde los turistas pueden estar".