El autor de himnos como el Porompompero reapareció ayer en Madrid en la presentación de un espot en el que encuentra su carro, 33 años después de perderlo, gracias a un nuevo servicio de Telefónica. Manolo Escobar, recuperado de una reciente operación a corazón abierto, apareció con la cara lavada, el tupé recién peinado y acompañado por su hija, Vanessa (ambos, en la foto, ayer), y confesó: "Estoy deseando volver a pegar voces".

El corazón le dio un susto en verano del año pasado, cuando decidió funcionar al 13% de su capacidad mientras navegaba a bordo de un crucero por la costa italiana. La elección fue operarse rápidamente o conformarse con un año más de vida. El 15 de noviembre la sangre volvió a avanzar sin obstáculos por la válvula aórtica, lo que le permitió a su dueño "empezar a correr". "Antes no podía", explicó.

Su pecho resiste ahora los manotazos sobre la cicatriz, aunque la prudencia le recomienda esperar a una revisión antes de reaparecer en los escenarios en abril. "Anita, mi mujer, lo ha pasado mal y ha estado siempre a mi vera", dijo Escobar, quien no se cortó al decir: "Los médicos lo prohíben todo". Sin embargo, matizó que su actividad amorosa, "va bien, pero tranquila".

NECESIDAD DE TRABAJAR

El sinvivir de su compañera no ha sido suficiente como para convencer a Escobar de que se apee de las tablas: "A Ana le gustaría que lo dejara del todo, pero yo no quiero. Sabe que sin mi trabajo, y sin ella, soy hombre muerto".

El ritmo de sus canciones --relanza un disco que salió el año pasado y que retiró del mercado porque no lo pudo promocionar-- será el mismo, pero tendrá algunos huecos. Rechaza la inactividad: "En la casa eres como una sombra sospechosa y estorbas cuando limpian". Contó, con expresividad, que se le pone "cara de kilómetro" cuando le falta la carretera y que, pese a todo, es "el mismo de siempre".