Un manifiesto suscrito inicialmente por unos 300 teólogos, religiosos y dirigentes españoles de comunidades cristianas de base responsabiliza a la curia romana de los males que aquejan a la Iglesia católica por haber aparcado las reformas salidas del concilio Vaticano II (1962-1965).

Los firmantes exculpan a Benedicto XVI de los errores cometidos durante el actual pontificado porque "es muy fácil convertir a un Papa concreto en cabeza de turco de los fallos de la curia", y creen que el principal reproche que hay que hacer a los pontífices es "el de dejar bloqueada la urgente reforma del entorno papal". Incluso expresan a Joseph Ratzinger su "solidaridad a nivel personal, a pesar de las diferencias que puedan existir a niveles ideológicos".

El comunicado, suscrito por teólogos como Juan José Tamayo, Benjamín Forcano y Juan Masía, denuncia "la incapacidad de escuchar de la curia", su cercanía "a la extrema derecha autoritaria" y sus intentos de castigar a las "posturas afines a la libertad evangélica".

A la iniciativa también se han sumado distintos miembros de congregaciones religiosas, como el jesuita José Ignacio González Faus, el franciscano José Arregui, el claretiano Evaristo Villar y el monje benedictino de la abadía de Montserrat Hilari Raguer.

Los firmantes consideran que la curia romana ejerce una influencia desmesurada sobre el episcopado y que los nombramientos de obispos se realizan en ocasiones a espaldas de los intereses de las iglesias locales. Pese a ello, confían en superar "esos momentos duros".