Aunque es una de las actividades criminales más antiguas que existen, las falsificaciones nunca han sido un negocio demasiado floreciente en España. O, al menos, no lo han sido hasta ahora. Porque la situación ha cambiado radicalmente. Sobre todo a raíz de la necesidad que tienen miles de inmigrantes en situación irregular de conseguir como sea documentación de un país de la Unión Europea (UE) para regularizarse.

Así, la demanda ha acabado por generar una importante oferta y hoy España se ha convertido en uno de los lugares de la UE a donde más personas están acudiendo a obtener documentación falsificada.

Los responsables de la Unidad contra las Redes de Inmigración Ilegal y Falsificaciones Documentales del Cuerpo Nacional de Policía (UCRIF) advierten de la preocupante evolución de este fenómeno, que han convertido en una de sus prioridades.

En la mayoría de casos, los documentos son falsificados en el extranjero y posteriormente enviados a España, que es donde una red de intermediarios los comercializa por precios que casi nunca bajan de los 1.000 euros.

"Lo más habitual es que todo responda a una intención muy simple: un ciudadano de un país pobre intenta hacerse con documentación de un país de la UE para poder así regularizarse en el espacio comunitario", explica un responsable del Cuerpo Nacional de Policía, que traza un paralelismo entre ese proceso documental y el de blanqueo de dinero. "Aquí lo que se intenta es blanquear una identidad. Es decir, una vez que obtiene un documento falso de un país de la UE esa persona lo que hace es registrarse como ciudadano comunitario e intentar obtener un documento auténtico conforme reside legalmente, por ejemplo, en España", argumenta.

REPUBLICAS EXSOVIETICAS Ese responsable indica como uno de los grandes campos de la falsificación está vinculado a los países del Este. "Estamos viendo sobre todo a georgianos aunque también a rusos y ucranianos que viven en España o que vienen de otros países de la UE intentar regularizarse aquí con documentos falsificados de los países bálticos, sobre todo de Lituania y Letonia", explica. Por si eso fuera poco, tras la entrada en la UE de Rumanía y Bulgaria, se han multiplicado los documentos rumanos y búlgaros utilizados por inmigrantes de repúblicas exsoviéticas.

Georgianos y moldavos también están empleando documentos griegos falsificados, unos pasaportes que a su vez están siendo usados por inmigrantes chilenos y argentinos.