Hasta el año 2007, en España había dos escalas en los Cuerpos de Ayudantes de Instituciones Penitenciarias: una masculina y otra femenina. Aunque ambos podían trabajar en todas las cárceles, las presas eran vigiladas solo por mujeres y los presos por funcionarios varones. Se entendía que así se garantizaba mejor la seguridad y la intimidad de los presos y las presas.

Una sentencia del Tribunal Europeo entendió en el 2005 que no era una discriminación que los hombres sean vigilados por hombres y las mujeres por mujeres por la naturaleza peculiar del trabajo. Pero en España se consideró que sí lo era y se unificaron las escalas, si bien se estableció que siempre debe haber al menos un trabajador del mismo sexo que los internos.