España alcanzó el pasado 1 de enero los 3,5 millones de extranjeros empadronados, lo que significa un 8% de los 43,7 millones habitantes registrados en esa fecha, según datos "muy provisionales" y "sujetos a revisión" adelantados ayer por la presidenta del Instituto Nacional de Estadística (INE), Carmen Alcaide.

La nueva cifra pone en evidencia que durante el año pasado aumentó ligeramente la llegada de extranjeros respecto al año anterior. Unos 450.000 nuevos inmigrantes se apuntaron en el padrón contra los 386.000 que lo hicieron durante el 2003. Es decir, unos 64.000 más.

Este repunte ha tenido lugar especialmente en los últimos meses del 2004 aunque, según Alcaide, no puede relacionarse con el supuesto efecto llamada que, según el PP provocaría la regularización abierta el pasado lunes. La directora del INE, que ya ocupaba este cargo con el anterior Ejecutivo, atribuyó el aumento a "gente que ya estaba aquí", pero que no se habían censado por desconfianza y que al ver que el padrón sirve para la regularización han acudido al registro.

En cualquier caso, las cifras del 2004 son muy inferiores a las contabilizadas en el 2001 y el 2002, cuando se registraron en los municipios respectivamente, 607.000 y 687.000 extranjeros. También son mucho más pequeñas que las catastrofistas difundidas en las últimas semanas por el partido conservador, que asegura que millones de extranjeros están llegando a España "por tierra, mar y aire".

La cifra conocida ayer arroja nueva luz sobre el siempre arriesgado cálculo de la bolsa de inmigrantes sin papeles. La comparación con el número de los que los tenían en regla el 31 de diciembre, arroja un saldo de 1.523.000 extranjeros sin permiso. El dato no puede asimilarse mecánicamente al número de irregulares. Habría que restar a los ciudadanos comunitarios que no precisan de permisos desde mayo del 2003.